/ Carolina Zuleta
Muchas veces veo las noticias y el corazón se me arruga; tanta rabia, tanto odio. Me meto a Facebook o a otras redes sociales, y leo mensajes de mis amigos y conocidos que atacan y destruyen. Y la verdad es que me asusto de pensar en el futuro de esta ciudad y de este país. Y hasta del mundo entero. ¿Qué va a pasar? ¿Cuál es el país y la sociedad que estamos construyendo para nuestros hijos, para nuestros nietos?
Y cuando siento que el problema es demasiado grande y complejo, recuerdo esta frase de Mr. Rogers: “Cuando era un niño y veía algo miedoso en las noticias, mi mamá me decía: busca a los que ayudan. Siempre vas a encontrar personas que ayudan”. Esas personas que ayudan son las que me llenan de esperanza, son las personas que me restauran la fe en los seres humanos y en la posibilidad de un mundo mejor. Hace poco fue la señora que con sus brazos abiertos defendió a los policías.
Cuando estamos en la mitad de un conflicto, cuando nuestras ideologías son diferentes a las de otros, cuando estamos en desacuerdo con las acciones de otros, es muy fácil deshumanizar a las demás personas. Es muy fácil maltratar al otro, como si su vida no tuviera valor. Estoy a favor de la polémica, de la expresión y crítica de las ideas, pero no estoy de acuerdo con el ataque a otros seres humanos –no importa quienes sean–. Cuando criticamos y atacamos, no podemos olvidar que a quien ofendemos también es un ser humano y su vida es sagrada.
Mahatma Gandhi decía: “Odia el pecado, ama al pecador.”
En proporción, son pocos los ciudadanos que contribuyen a la violencia a través de las armas, pero son muchos los que la alimentan por medio de las palabras. En su libro “Los cuatro acuerdos”, el autor mexicano Miguel Ruiz dice que el primer acuerdo y el más importante es “Ser impecable con tus palabras”. ¿Por qué tus palabras? “Porque (las palabras) –explica Don Miguel– constituyen el poder que tienes para crear. No son solo sonidos o símbolos escritos. Son una fuerza; constituyen el poder que tienes para expresar y comunicar, para pensar y, en consecuencia, para crear los acontecimientos de tu vida. Las palabras son la herramienta más poderosa que tienes como ser humano (…) pero son como una espada de doble filo: pueden crear lo más bello o destruir todo lo que te rodea. Una sola palabra puede cambiar una vida o destruir a millones de personas”.
Estoy convencida de que cuando aprendamos a ser de los que ayudan, cuando aprendamos a perdonar y amar al pecador y cuando sepamos ser impecables con nuestras palabras, como dice Don Miguel, viviremos “el cielo en la tierra”.
En este momento de conflicto y confusión, es tu decisión ser uno de los que ayudan. Es tu decisión ser el héroe o el villano. Es tu decisión amar al pecador. Es tu decisión evolucionar tu nivel de consciencia o dejarte llevar por la rabia. Es tu decisión andar el camino del amor o del miedo. Así que ¿quién deseas ser? ¿Cómo vas a utilizar el poder de tus palabras?
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