El perro criollo colombiano
Durante 83 ediciones hemos presentado en este mismo espacio perros altos, bajos, chatos, gordos, flacos, negros, peludos, alegres, violentos, blancos, rojos o azules. Diestros cazadores, amigos de los niños. Con historias que se remontan a veces a siglos fruto de cruces aleatorios producto del aislamiento geográfico, climático o social o por el interés de obtener unas determinadas características conocidas en alguno de los padres, desde trabajo hasta compañía, estos animales son conocidos como “perros de raza”. Los otros, de los que no se sabe cómo eran sus padres, ni cómo serán sus hijos, son los denominados perros criollos. Por eso no se puede hablar de morfología, características de pelaje, altura, promedio de vida y las demás características propias de los de raza.
El criollo es, como todos sus primos de pedigrí, reconocido como los inseparable y mejor amigos del hombre. Una vez han entregado el alma a su amo, no lo desampara y le asegura siempre un afectuoso y caluroso saludo. Lea aquí el poema la Perrilla, de José Manuel Marroquín, nacido en Bogotá en 1827.