El maíz, grano dorado que legaron las divinidades a los seres humanos. Casa La Bendición y otros emprendimientos que hacen homenaje a este cereal.
En una pared, un homenaje a los maíces criollos. Los hay amarillos, naranjas e, incluso, morados. Vienen de diferentes regiones de Antioquia y de Colombia y, más allá de exhibirlos, Alina Vásquez los sirve en cada uno de sus platos en Casa La Bendición. Arepas hechas a mano, de maíz blanco, amarillo, de mote, chócolo y maíz sancochado. Huevos al gusto; migas con trocitos de arepa fritos; empanadas, tostadas de maíz dulce… Y la lista sigue.
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Alina es ingeniera de alimentos. Antes había estudiado cocina. Pero descubrió que quería llegar al paladar de las personas desde otro punto de vista. Por eso, quiso entender la química y la física de los alimentos. Encontró en la heladería ese punto medio entre ciencia y cocina, entre razón y sabor, y creó Ciervos y Margaritas. Pero, con el tiempo, quiso explorar más. Cansada de que en la ciudad el desayuno que se sirve fuera solo inspirado en sabores extranjeros, decidió investigar el maíz más a fondo.
Recuerda que la leyenda maya dice que la humanidad es hija del maíz. Que las deidades tomaron sus granos para crearla. Base de la dieta americana, en Antioquia tiene especial protagonismo en arepas y amasijos. Así, empezó un trabajo de investigación. No solo quería saberlo todo sobre el maíz, también buscaba aquellas recetas tradicionales para servirlas en la mesa. Empezó por su propia casa. Buscando recetas, indagando con sus familiares, y pronto vio que tendría que ir más lejos para conocer más. Viajó durante más de un año por valles y montañas, conversando, cocinando, amasando y asando. Aprendió de empanadas, arepas y otras masas. Hizo sus propias versiones.
Su sueño de servir desayunos auténticamente antioqueños se hizo realidad en una casa en Provenza decorada cuidadosamente. Creó una carta en la que se hace homenaje al maíz en cada una de sus preparaciones y que, además, retoma tradiciones del departamento.
Hay platos antioqueños, pero también los hay inspirados en otras regiones del país, como el Caribe y el Valle del Cauca. Momentos diseñados para la primera hora del día, pero también para almorzar. La carta de bebidas incluye, por ejemplo, un tinto montañero endulzado con aguadepanela. Además, dulces, salpicones y helados (entre ellos uno de curuba), para el postre o para tardear. Un lugar que es una bendición para los amantes de los sabores tradicionales.
Buppitas / buppitas.com
Tortillas hechas con maíz criollo. La idea nació en la Reserva Indígena Matambú, en la región Guanacaste en Costa Rica. Las tortillas se enriquecieron con semillas y otros superalimentos para luchar contra la desnutrición. Es, además, una apuesta por aprovechar recursos naturales, al tiempo que se recuperan sabores ancestrales.
Las tortillas de Buppitas tienen el sabor a las arepas tradicionales, y son una alternativa sabrosa, nutritiva, saludable y sostenible, base para la comida rápida. Además de maíz amarillo, las Buppitas tienen moringa, quinua y linaza. El sueño de Buppitas es “universalizar la alimentación saludable, en una cadena agroindustrial sostenible”.
Danta Cocina / dantacocina.com
Danta es un “proyecto cultural que fusiona la historia, el arte y la culinaria para crear productos y ofrecer servicios que aporten a la salvaguardia del patrimonio inmaterial culinario de Colombia”.
Comercializan arepas elaboradas con maíces criollos cultivados por campesinos guardianes de semillas. Detrás de cada uno de sus productos hay técnicas y saberes de la agricultura tradicional. Los granos se compran directamente a los campesinos, sin intermediarios, y su elaboración está a cargo de la Corporación La Silletera, un centro de producción que conserva técnicas artesanales en su elaboración, ubicado en el corregimiento de Santa Elena.