El libro de Félix Ángel

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  Por: Jose Gabriel Baena  
 

El libro publicado por Félix Ángel en agosto/08 –“Nosotros, vosotros, ellos”- parte quizás de dos premisas equivocadas: UNA: de que “la historiografía del arte en Colombia, y en particular en Medellín es un terreno todavía muy atrasado… esa puede ser una razón para que en todos estos años nadie se haya sentido interesado en realizar un estudio sobre este tema, y esto es preocupante”; y DOS: “Eso no quiere decir que no existan diversos textos sueltos y hasta ´monografías´ sobre los mismos artistas que este libro reúne… pero no nos digamos mentiras, son fruto más de la amistad, la ansiedad o las relaciones públicas…”. El autor cae redondo en el pecado que condena, porque todos los personajes que aparecen en el libro fueron amigos suyos o por lo menos conocidos, y lo desvelaba la ansiedad de fijar históricamente el rumbo que habían tomado después los no sólo famosos artistas del grupo “Los once” que aparecieron en el libro “Nosotros…” de 1976, y otros más de la época, porque según él nadie se había preocupado de hacerlo y porque “la falta de análisis y esfuerzo por definir nuestra historia artística es responsable, sin duda, de muchos de los vicios y manías que generaciones posteriores de artistas han conservado”.
Ángel olvidó por ejemplo el esfuerzo de la universidad Eafit con su colección de “El Arte en Antioquia Ayer y Hoy”, que publicó 10 volúmenes en 5 años –entre los cuales se encuentran algunos de los artistas angelicales- y otros que han venido después fuera de la colección, además de libros como los de Sofía Stella Arango, Carlos Arturo Fernández, Alberto González, Jorge Cárdenas, entre otros.
Salvo esto y el tedioso prólogo del historiador Álvaro Tirado Mejía –con errores de “tempus”, el libro es una maravilla de revelaciones sobre sí mismos por parte de los artistas y críticos entrevistados. Diecinueve personajes que desde principios de los años sesentas ya estaban voliando pincel, cinceles, forjas o tintero atraviesan unos indiferentes, otros solemnes a morir y predicadores, otros insufriblemente petulantes, otros muy sencillos y puros, y otros definitivamente de muy buen humor, las páginas de este libro cuyos ingredientes mencionados lo hacen un platillo delicioso y hasta –lugar común- “fuente de investigación y necesario estudio por parte de estudiantes y profesores del arte antioqueño, etc”.
Algunos de los artistas se pisaron de este mundo sin ver el libro, como Javier Restrepo y Ethel Gilmour, otro burlón no alcanzó ni siquiera a salir: Juan Camilo Uribe. Para efectos de esta breve nota nos interesan primero en su ácido zumo dos intelectuales tan diferentes como Darío Ruíz Gómez y Samuel Vásquez, quienes parecen haber inventado el arte moderno en Antioquia, donde antes de ellos sólo reinaba la oscuridad, la sombra: los dos dicen haber creado de la nada las famosas y extintas Bienales de Arte de Coltejer… Darío: “Modestia aparte, yo hice la primera Bienal… Samuel (Vásquez) sufrió un síndrome muy especial… pero tanto fantaseó sobre su verdadero papel que terminó creyendo historias que él mismo imaginó porque quería que fueran verdad…”. Vásquez: “Medellín no existía. A nosotros nos tocó inventar a Medellín… Los profesores (del Instituto de Artes Plásticas de la U. de A.) no eran ni medianamente analfabetas: eran analfabetas. Nunca he podido entender cómo gente que no conoció a Rafael Sáenz puede decir que fue un gran profesor y que fue una persona muy culta… Rafael no tenía respuesta para ninguna pregunta… tampoco tenía preguntas…”. Alguien debe de estar ovnivelado porque otros de los entrevistados hablan muy bien de Sáenz y de artífices de los cuales rezuman pestes Vásquez y Ruiz, luego entonces… Las declaraciones narcisistas se contrastan fuertemente con las de aquellos a quienes el arte o la “importancia” del artista no parece tocarlos ni un carajo –Javier Restrepo, o los que dejaron el arte por otras ocupaciones más rentables o calisténicas o los que manifiestan su desconcierto actual ante “las cosas” como Álvaro Marín: “El futuro es el presente… Ojalá que quienes vienen detrás no se equivoquen tanto como nosotros y aprendan de nuestra experiencia. El futuro como tal no existe”. Terminemos con la prudente Ethel: “El trabajo del artista es su manera de sobrevivir y vivir día tras día con felicidad”. Así sea. (Fuente: “Nosotros, vosotros, ellos”. Félix Ángel. Tragaluz Editores, 2008).

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