El mundo en pandemia transformó a hoteles como el Intercontinental, que cumple 51 años de existencia. Conversamos con Lili Santrich, la primera mujer en dirigir la vida de este lugar en cinco décadas, y en el que ha transcurrido una parte importante de la historia de Medellín
Por sus habitaciones y pasillos han caminado cantantes como Madona, presidentes como Carlos Lleras o autores como Bryan Weiss. Además de celebridades o personas conocidas, muchas personas han llegado hasta él para celebrar una boda o unos quince años, o para reunirse con los compañeros de trabajo para aprender. Es por esta razón que Lili Santrich, su gerente, lo denomina el “hotel anfitrión” de la ciudad, un lugar que, además de recibir públicos distintos desde hace cinco décadas, es reconocido por su paisaje, historia y arquitectura.
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La celebración imaginada de su aniversario y los proyectos se detuvieron con la pandemia, al igual que ocurrió con el resto de hoteles en el mundo. Con el regreso a la vida en las calles, su restaurante Fogón de Piedra fue el primero en abrir, y a él le siguió el hotel, con una propuesta nueva que invita a las personas a vivir allí durante una temporada superior a 30 días (coliving), a pasar el día completo o a dormir en él. “Estos son productos nuevos con buenas condiciones, tarifas y servicios. Las personas que se quedan aquí disfrutan de la alimentación y bebidas no alcohólicas ilimitadas y de nuestro servicio”.
Sobre esto último cuenta que se han esforzado aún más para que la experiencia en este hotel sea inolvidable: “Cuando alguien llega, lo vemos como un visitante que llega a nuestra casa para pasar un buen rato y por eso nos encargamos de todos los detalles. Pensamos en las servilletas, en las toallas, en la recepción y en que cada persona tenga un momento muy agradable. Sabemos que muchos de nuestros clientes son más exigentes ahora y estamos listos para ese reto”.
El renacer del Salón Antioquia, zonas verdes y un spa distinto
Lili Santrich cuenta que desde el 2015 empezaron un proceso de remodelación, que además de incluir las 294 habitaciones y 15 salones, también ha tenido en cuenta el Salón Antioquia, uno de sus espacios más emblemáticos y cuya cara nueva fue presentada hace unas semanas. Con 2.500 metros cuadrados y capacidad actual para 350 personas con distanciamiento en tiempos de protocolo y pandemia, es una mezcla de elegancia en su arquitectura y avances tecnológicos. “Contamos con los equipos más modernos en tecnología. Quien desee venir para un evento de trabajo o de estudio puede estar tranquilo, porque va a estar cómodo, tranquilo, actualizado y bien cuidado, porque nos encargamos de todo”.
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Otro de sus lugares preferidos es el spa, un espacio donde las personas pueden relajarse y pasar un rato agradable. Además de todos los detalles con los que cuenta, va con su esencia: el deseo de dar felicidad a cada persona. Menciona que otro de los puntos que tiene a favor son las zonas verdes, amplias, variadas (hay canchas para deportes) y bien cuidadas. Después de caminar junto a ella unos minutos, es posible darse cuenta que la ciudad tiene un espacio donde el caos urbano no existe y donde cada persona está preparada para dar lo mejor que tiene: su interés en servir.
Vocación familiar
Lili Santrich cuenta que creció en una casa donde su familia acostumbraba tener visitantes y eran bien recibidos por sus padres, dos personas cuyos trabajos tuvieron relación con el servicio a otros. Además de este ejemplo potente, aprendió de su abuela a disfrutar los momentos, los lugares y objetos, incluso en momentos de soledad absoluta o cuando no hay fechas especiales. “A mi abuela le encantaba preparar la mesa y poner su vajilla de la mejor forma posible. Y justo ahí me hablaba de la importancia de “darse a sí mismo”; es decir, no esperar grandes ocasiones para disfrutar lo que tenemos alrededor. Estas enseñanzas las llevó con ella a Bogotá, Barranquilla, Inglaterra y otros lugares del mundo donde ha vivido. Y esto le ha ayudado a que el acto de tener huéspedes le salga tan natural. Y es que aunque lleva solo cinco años en el mundo de la hotelería, al caminar con ella por este hotel que dirige, uno tiene la sensación de que ha estado mucho más.
¿Hotel patrimonial?
Algunas personas consideran que el Hotel Intercontinental debería ser considerado un edificio patrimonial de la ciudad. Aunque oficialmente no lo es, no es descartable que su nombre haga parte en el futuro del listado indicativo de candidatos para bienes de interés cultural que hace parte de la agencia para el Paisaje, el Patrimonio y las Alianzas Público Privadas de la Alcaldía de Medellín. Daniel Madrigal, arquitecto y subdirector, explica que el valor de un lugar puede estar determinado por su simbolismo, tipo de arquitectura, la tecnología que se construyó o las experiencias vividas ahí por una comunidad. Explica que este listado se actualiza constantemente y es uno de los intereses fundamentales de esta agencia, que tiene entre sus propósitos divulgar el patrimonio existente y dar a conocer a la comunidad qué tipo de edificios pueden ser considerados como tal. Una fábrica, un “edificio modernista” pueden ser considerados como patrimonio. Cuenta que aunque Medellín no tiene la trayectoria de ciudades como Barranquilla o Cúcuta, ya hay un terreno ganado. Un ejemplo de esto son las casas del barrio Prado o Palacé, lugares donde cuentan con el apoyo de la comunidad. También cuenta que la administración municipal ha avanzado en la entrega de alivios y beneficios a los propietarios de bienes patrimoniales ya que, como es sabido, pueden venderlos pero no alterar la naturaleza del edificio, y esto genera consecuencias o problemáticas distintas a quienes deseen adquirirlos. Agrega que para realizar bien su trabajo, él y las demás personas de la agencia hacen un trabajo de investigación, que incluye procesos distintos, y con el que se busca preservar la memoria de Medellín y resaltar el valor de aquellos lugares que han perdido su gloria o dignidad a través del tiempo.