El Garabato, “el barrio escondido de Medellín”

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El garabato, según el Diccionario de la Real Academia Española, tiene varias acepciones, una de ellas es: “Palo de madera dura en forma de gancho”. Entre otros, se usa para estirar la gelatina de pata. Y por alguna razón a este barrio lo llamaron así.

La loma y el barrio, que entonces no se llamaban El Garabato, fue un enorme tierrero que heredaron los esclavos de sus patrones, quienes además de la tierra, les dieron los apellidos. Ángel, Mesa, Loaiza… Fue a mediados del siglo XIX, casi que en pleno corazón de El Poblado.

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Los primeros habitantes fueron arrieros, pero cuando llegaron los ricos a sus grandes fincas, los hombres se emplearon como mayordomos, jardineros o peones, y trabajaban durante el día, porque en la noche cuidaban sus sembrados; y las mujeres cocinaban y vendían gelatinas de pata. En ese momento fue cuando al barrio se le empezó a llamar El Garabato, porque en todas las casas se estiraba la gelatina en el garabato.

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Los recuerdos de cómo fueron esos inicios no son directos, porque ninguno de los primeros habitantes vive. Las historias se han ido pasando de boca en boca, aunque no siempre coinciden las versiones. Al principio, y hasta entrado el siglo XX, las casas eran de bahareque con techos de paja, y tenían terreno libre para sus cultivos; cocinaban con leña y se alumbraban con velas o antorchas de higuerilla. No había ni agua, ni luz, y los caminos eran de herradura.

“Nosotros no invadimos a nadie, los ricos nos ahogaron”

Jorge Eleazar Rodríguez Galeano, El Nene, quien nació en El Garabato hace 72 años
Jorge Eleazar Rodríguez Galeano, El Nene, quien nació en El Garabato hace 72 años

“Nosotros no invadimos a nadie, los ricos nos ahogaron”, cuenta don Jorge Eleazar Rodríguez Galeano, El Nene, quien nació en El Garabato hace 72 años, el 9 de abril de 1949. Dice refiriéndose a todos los edificios y casas que rodean el barrio. Y cuenta que si no fuera por don Darío Londoño, quien les ayudó mucho, “nos hubieran desplazado y estaríamos viviendo debajo del puente de la madre Laura”.

En la medida en que los expropiaban, el barrio se fue estrechando. “Este es el barrio escondido de Medellín” sentencia El Nene.

En la actualidad

Pero la loma y el barrio de hoy poco tienen que ver con esos primeros años difíciles que vivieron sus habitantes hasta entrado el siglo XX. En las casas han ido cambiando el bahareque por ladrillo y cemento. Las hay de dos y tres pisos. Se calcula que hay más de 80 casas. La energía eléctrica y el agua también llegaron, pero no a todo el barrio; se mejoraron los caminos y se pavimentó la calle principal que atraviesa el barrio de norte a sur. Y consiguieron que les bajaran su estrato al 2.

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El Garabato es un sector tranquilo y acogedor. Sus habitantes no envidian a los que vendieron su lote y se fueron a vivir a otros sectores de la ciudad.
El Garabato es un sector tranquilo y acogedor. Sus habitantes no envidian a los que vendieron su lote y se fueron a vivir a otros sectores de la ciudad.

Así mismo, empezaron a llegar las cuentas de valorización; el barrio se incluyó en la nomenclatura de la ciudad; empezó a formar parte de la comuna 14, y cambió su nombre por el de Los Naranjos. Pero muy poca gente lo reconoce por el nuevo nombre. Incluso en la entrada del barrio hay un cartel muy grande en el que se lee El Garabato.

Tiene su Junta de Acción Comunal y cuenta con un colegio, Santa Catalina de Sienna. Ahora, la mayoría de sus habitantes hombres trabaja en construcción, mientras las mujeres permanecen en sus casas, o trabajan como empleadas domésticas o aseadoras en distintos lugares de la ciudad.

La gente, por lo que cuentan algunas personas, vive feliz en su barrio, porque es tranquilo, no tiene problemas policiales, solo los borrachitos que no faltan. Y aunque todavía tienen carencias para tener una mejor calidad de vida, tampoco envidian a muchos que vendieron su lote y se fueron a vivir a la ciudad.

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