/ Álvaro Navarro
Recientemente leí un artículo en The New York Times que llamó poderosamente mi atención y que está relacionado con otro tema que ha aparecido últimamente en los diarios de Colombia, ambos relacionados con las semillas y la agricultura del futuro.
Por el lado colombiano he visto cuestionado el que los tratados de libre comercio firmados por el país, traigan como una obligación para los agricultores el uso de semillas certificadas. Según algunos, las mismas serán provistas básicamente por Monsanto y otras compañías multinacionales; según otros, parte importante de las semillas certificadas que se utilizan en Colombia han sido desarrolladas por científicos y centros de investigación nacionales, pero de todas maneras el uso de semillas certificadas será una obligación que será vigilada por la Justicia.
Una cierta tranquilidad me dieron unas declaraciones del señor Ministro de Comercio al diario El Espectador, el día 26 de agosto de 2013; por ellas supe que agricultores poseedores de fincas de hasta cinco hectáreas “pueden retener semillas, clasificarlas o volverlas a sembrar y no están incurriendo en ninguna violación de una norma”. En términos generales la verdura que consumimos proviene de esta fuente y los campesinos que trabajan la tierra para su subsistencia y comercialización de sus productos no estarán violando la ley, pero queda la obligación para aquellos productores con extensiones de sembradío superiores.
Mientras esto ocurre en Colombia, en Pocantico Hills, en Nueva York, el chef Dan Barber convocó a conversar a los gurús del arte de las cacerolas con productores independientes de semillas; entre los chefs internacionales más conocidos se encontraban Ferran Adrià, Joan Roca, Alex Atala, Gastón Acurio y Michel Bras, e importantes chefs de Norteamérica, incluidos dos de la Casa Blanca; por los productores independientes de semillas acudieron algunos de los que en empresas pequeñas desarrollan y producen semillas de altísima calidad, que eran unos totales desconocidos para la gran mayoría de los chefs.
El Sr. Barber promovió la reunión para hablar sobre semillas e inició su presentación preguntándole a la concurrencia: “¿Qué pasaría si nos unimos y nos involucramos desde el principio en el desarrollo de un nueva receta?”, o sea si los chefs, trabajando conjuntamente con los expertos en agricultura y los productores, exploran nuevas fronteras de sabores.
Preguntó también si esta combinación de experiencias y conocimiento no podría dar lugar a la creación de tomates, melones y otros productos con sabores y texturas sublimes, algo que hasta hoy nadie se había imaginado.
Los dos temas están abiertos, si los chefs locales se aliaran con los centros de investigación del país tendrían también la oportunidad de promover la apertura de esta nueva frontera, si nuestro futuro alimentario queda en manos de las grandes multinacionales, a lo mejor nuestros nietos no tendrán la oportunidad de disfrutar la papa criolla, los cubios, el ají pajarito y la gran variedad de especies nativas que no están en la mira de las multinacionales semilleras. Si lo desea puede escribirme a [email protected]
Buenos Aires, Octubre 2013
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