El enigma del doctor Gachet

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El adquirente fue un empresario japonés de nombre Ryoei Saito, quien en algún momento manifestó su deseo de que el cuadro fuera incinerado a su muerte. Más tarde aclaró que simplemente quería expresar lo importante que era la obra para él
/ Alfonso Arias Bernal

Un hombre ya mayor, con la mejilla apoyada en su mano derecha, el codo sobre una mesa, y en la mesa unos libros amarillos y una ramita de digital en un vaso. El digital es una planta con usos terapéuticos, y en el cuadro representa la profesión del retratado: la medicina. En cuanto a los libros, se trata de dos novelas de los hermanos Edmond y Jules de Goncourt, que vivieron y escribieron juntos toda su vida hasta la muerte de Jules, acaecida en 1870. Vincent tenía especial predilección por las obras de estos autores, quienes, por otra parte, le recordaban la estrecha relación que él mismo tenía con su hermano menor, Theo.

Doctor Gachet por Vincent Van Gogh. 1890

Este hombre melancólico con gorrito blanco de marinero, nos mira de frente, desde el cuadro, con sus ojos azules; pero realmente no es a nosotros a quienes mira, es a Vincent. Puedo imaginar al pintor enfrente suyo, serio y concentrado en su labor. Gachet lo mira pintar afanosamente. El médico observa ese rostro, ese pelo rojizo como el suyo, esa barba hirsuta y esa mirada profunda, inquietante. Según Vincent, el doctor tiene “la expresión desolada de nuestra época”; Gachet piensa lo mismo de Vincent mientras lo observa pintar. En una carta a su hermana, Vincent escribe: “He hecho el retrato del doctor Gachet con una expresión de melancolía que, a menudo, podría parecer una mueca… es posible darse cuenta de cuánta expresión y pasión, y espera, y algo así como un grito, hay en nuestras cabezas actuales, en comparación con los serenos retratos antiguos. Triste pero dulce…”. En una carta a Theo agrega: “Está más enfermo que yo… o por lo menos igual. Y, cuando un ciego guía a otro ciego, ¿no caerán los dos en la misma zanja?”.

Todo esto sucede en Auvers-sur-Oise, en 1890. Pero retrocedamos dos años, hasta noviembre de 1888. Madame Marie Julien Ginoux tenía 40 años y regentaba un negocio de su propiedad, el Café de la Gare, en la ciudad de Arles, junto al Ródano. Permanecía abierto las veinticuatro horas y después de media noche solía convertirse en refugio de una que otra prostituta semidormida, de algún indigente desamparado y de los que estaban demasiado borrachos para caminar hasta sus casas: era lo que entonces se denominaba un “café de noche”.

Un día Gaugin y van Gogh invitaron a madame Ginoux a su taller, para que les sirviera de modelo a ambos. Ella se sentó frente a los pintores mirando a Gaugin. El retrato pintado por Gaugin por lo tanto, la muestra de frente, con una mirada llena de intención. Van Gogh la pintó de semiperfil. Es notable el contraste de estas dos representaciones tan distintas. Para Gaugin, la mujer seguía siendo una tabernera, y cuando pasó su dibujo a un lienzo, la pintó en su establecimiento, en su “café de noche”, con los borrachos, las prostitutas y el billar. El retrato de van Gogh, en cambio, muestra a la mujer frente a una mesa, donde hay una sombrilla y unos guantes: los atributos de una dama, no los de una tabernera.


Madame Ginoux. “La Arlesiana”. Paul Gauguin. 1888

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Desde el punto de vista compositivo, el retrato del doctor Gachet recoge elementos de los cuadros de La Arlesiana realizados por los dos artistas. La mesa, cuyo borde en diagonal sugiere movimiento a la pose; y sobre la mesa, los atributos propios de la profesión del personaje, son elementos que provienen de la versión de Vincent. Del cuadro de Gaugin provienen la mirada frontal y la profundidad psicologica. Podría decirse que el retrato de Gachet es una síntesis de las dos arlesianas: la de Van Gogh y la de Gaugin.

2 Arlesienne VanGogh88La Arlesiana. Vincent Van Gogh. 1888
No cabe duda de que el retrato del doctor Gachet es una obra maestra, pero, ¿dónde está? El cuadro fue vendido por Jo, la esposa de Theo, en 1897 por 300 francos, y pasó por varias manos antes de ser decomisado por los nazis en 1937. Hermann Goering se apoderó de él y luego lo vendió a un marchante de Amsterdam. De allí pasó a ser propiedad de un coleccionista que se lo llevó a Nueva York. Finalmente fue subastado en 1990, a través de la casa Christie’s, por 82,5 millones de dólares, con lo cual se estableció el récord de la pintura más cara vendida hasta entonces. El adquirente fue un empresario japonés de nombre Ryoei Saito, quien en algún momento manifestó su deseo de que el cuadro fuera incinerado a su muerte. Más tarde aclaró que simplemente quería expresar lo importante que era la obra para él. En todo caso, el cuadro nunca más volvió a ser visto. Algunos aseguran que fue enterrado con Saito, otros dicen que fue a parar a manos de sus acreedores. Otros más, mencionan el nombre de un administrador australiano de fondos de inversión, quien lo habría adquirido para después venderlo a personas desconocidas.

Existe otra versión del retrato del doctor Gachet, la que está en el Musée d’Orsay, en París. Muchos piensan que se trata de una copia que el propio van Gogh hizo para regalársela al doctor Gachet. El hecho es que figuraba en la colección del doctor cuando ésta fue donada por su hijo al estado francés en 1952.
El doctor Gachet era pintor aficionado y con frecuencia hacía copias de cuadros de artistas modernos, que solía firmar con el seudónimo de Paul van Ryssel. Esto llevó a algunos a dudar de la autenticidad del cuadro del Musée d’Orsay, el cual, como se dijo, provenía de la colección de Gachet, y que no tenía firma alguna. Estudios de laboratorio identificaron la presencia de pigmentos que van Gogh no solía usar. Desde el punto de vista artístico, la mayoría de los expertos coincide en que, si bien la calidad de este cuadro es inferior a la del cuadro perdido, es, por otra parte, notablemente superior a la calidad de los cuadros que se sabe con seguridad fueron pintados por Gachet. Así que tenemos un cuadro dudoso y otro perdido.

Refiriéndose a su retrato de Gachet, dice Vincent en una carta a su hermana: “Hay cabezas modernas que serán contempladas durante mucho tiempo, que quizá se echarán de menos cien años después”. Yo echo de menos el retrato del doctor Gachet ciento veinticinco años después

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