El Congreso que somos

No es de admirar la sociedad que hemos construido. Así que menos botadera de corriente en los cocteles y más compromiso con la educación y la democracia a la hora de votar.

No hay que ser muy perspicaz para sospechar que no todas las frases famosas fueron pronunciadas o escritas por los famosos a quienes se les atribuyen.

Sin embargo hay algunas que, reales o apócrifas, caen de maravilla. Por ejemplo esta que dizque es de Gandhi: “Si hay un idiota en el poder, es porque quienes lo eligieron están muy bien representados”. Perfecta.

Solo le cambiaría el singular por el plural: “Si hay unos idiotas en el poder…”.
Me ahorro así el trabajo de estirar la frase original ad infinitum, con el fin de que quepa dentro el Congreso de la República completico, sin el acostumbrado ausentismo de los honorables padres y madres de la Patria.

(Nos sienta tan bien su frase, Mahatma, que no parece prestada).
Luego de varios intentos, siete si no estoy mal, volvió a fracasar en el Congreso el propósito de dotar a Colombia con alguna (¡alguna!) norma anticorrupción. La Cámara enterró la posibilidad de que servidores y exservidores públicos pagaran en piyama de rayas las condenas por robarse el erario, y no como suele ser: en sudaderas, oyendo crecer la hierba desde el sofá de sus casas.

Lo hizo sin mayores esfuerzos. Como el tema de la corrupción “no pega” en el Legislativo… ¡A cuidar la retaguardia!, pareciera que fue la consigna de los Representantes.

Y como esa retaguardia -por no decir ese rabo-, es de paja, cualquier chispa se las chamusca. Por eso la evidencia de que la corrupción, en todos los frentes, nos tiene hasta las orejas, les resbala; la sintonía con el sentir nacional es nula; solo les sirve de disfraz y, eso, en época preelectoral.

Pero seguimos siendo ingenuos; no perdemos la esperanza de que contra los corruptos, sea cual sea su procedencia o estrato, caiga el peso de la Justicia. De ahí que nos sorprenda de nuevo que en el Capitolio ocurra lo que ocurre. ¡Por favor! Si es que por sus pasillos, oficinas y curules, es Colombia la que pasa: santos, pícaros, ladrones, honestos, perezosos, trabajadores, comprometidos, indiferentes, arribistas, manzanillos, mesiánicos, ventajosos…, la lista es larga.

El Congreso es el espejo en el cual nos reflejamos, no es de admirar la sociedad que hemos construido. Así que menos botadera de corriente en los cocteles –menos blablá, menos empinar el codo- y más compromiso con la educación y la democracia a la hora de votar. A ver si algún día logramos sentirnos satisfechos con la imagen que nos devuelven los que por acción u omisión elegimos.

ETCÉTERA: Vuelve y juega la imposibilidad de manifestar el disenso civilizadamente. Habrá gente que considere exagerado izar y ondear la bandera del arcoíris, en el pico del Cerro Nutibara. Una opinión tan respetable como la de quienes lo consideran adecuado. Pero montar un performance para bajarla y destrozarla, no es la expresión de un desacuerdo. Es el síntoma de la peligrosa intolerancia de unos “machos” paisas que creen llevar entre el carriel las Tablas de la Ley. Vergüenza total.

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