/ Juan Carlos Vélez Uribe
La Alcaldía ha venido haciendo una propuesta muy interesante denominada “Cinturón Verde”, a la cual se le cambió el nombre a “Jardín Circunvalar de Medellín”. Estamos de acuerdo con que ese tipo de proyectos se puedan materializar en la ciudad. Sin embargo, quiero referirme a otro cinturón verde que debemos definir en el Valle de Aburrá para las futuras generaciones.
Hago alusión a la importancia de proteger los bosques nativos circundantes que aún quedan en nuestro valle. Si no hacemos algo rápidamente en procura de su conservación, podrían desaparecer.
Hace unos años supimos de la presencia del oso de anteojos cerca al Cerro del Padre Amaya, al occidente de la ciudad, donde se ubican las antenas de televisión, y en el basurero del municipio de Angelópolis, contiguo a Caldas. En días recientes, El Colombiano publicó un artículo donde anuncia la presencia de dos pumas en las montañas de la parte suroriental del Valle de Aburrá, registros que se suman a los de yaguarundí, ocelote y aves tan exóticas como el tucán de montaña (Andigena Nigrirostris) que requiere para su supervivencia de bosques, principalmente robledales, en muy buen estado de conservación.
Esta riqueza faunística nos obliga a pensar en acciones de conservación de nuestros bosques nativos que puedan permitir la subsistencia de estas especies. El tamaño de las actuales reservas naturales, exceptuando Arví, no es garantía para que esa riqueza biológica sobreviva.
Así mismo, contamos con la Romera, en Sabaneta, 181 hectáreas con una población importante del Cacique Candela, una de las especies de aves más amenazadas del país; también está San Sebastián de la Castellana, en El Retiro, límites con Envigado, con 200 hectáreas en las que se ha registrado la presencia de felinos, y el Parque Arví, que a pesar de contar con 16.000 hectáreas sólo tiene 1.760 en bosques naturales. Es decir, apenas contamos con aproximadamente 2.000 hectáreas de bosque nativo protegido en el Valle del Aburrá.
En los recorridos que he hecho por las laderas de nuestro valle, he observado que es poco el bosque nativo que aún se conserva, pero que por estar en manos de particulares podría desaparecer en cualquier momento. Por eso es perentorio que Corantioquia, Área Metropolitana y, por qué no, el propio Ministerio del Medio Ambiente, piensen seriamente en establecer una red de reservas naturales en las laderas de nuestro valle. Y yendo más allá, que busquen la forma de crear un parque nacional natural en los límites de Caldas, El Retiro, Envigado y Sabaneta, que incluya el Alto de Minas, donde nace nuestro río. Este podría abarcar no menos de 20.000 hectáreas que en manos del Estado, después de ser adquiridos los predios de los particulares, podrían ayudar a conservar esa rica biodiversidad que todavía existe a unos pocos kilómetros de esa urbe de 4.5 millones de habitantes que es hoy el Valle del río Aburrá. Inclusive, como ha sido el sueño de algunos, poder lograr un proceso de reintroducción y reproducción del oso andino y otras especies representativas de nuestra fauna.
Esperamos entonces, señor Alcalde, que su proyecto de “Cinturón Verde” incluya la conservación de los últimos bosques nativos de la ciudad y sus alrededores, así como la recuperación de los que están altamente degradados por la intervención antrópica. Las futuras generaciones se lo sabrán reconocer.
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