El cargo menos envidiado

  Por: Juan Carlos Franco  
 
Uno de los puestos más ingratos en Colombia tiene que ser el de Secretario de Tránsito de Medellín. Seguido de cerca por el de Obras Públicas.
Poco importa lo que hagan estos funcionarios o las muchas horas del día que con gran espíritu de sacrificio dediquen a su actividad, siempre se verán abrumados por el crecimiento imparable del número de vehículos que circulan por la ciudad. Y siempre serán los culpables (en especial el de Tránsito) de la movilidad cada vez peor de la ciudad.
Y más concretamente en El Poblado: Si partimos de una base aproximada de 50.000 vehículos particulares en esta zona, sin contar buses y otros vehículos públicos que por aquí circulan permanentemente, y suponiendo un crecimiento anual bajo, digamos de 7%, tenemos (¡cada año!) unos 3.500 vehículos nuevos compitiendo por nuestras estrechas y maltrechas vías.
O sea, unos 300 vehículos por mes o 10 por día calendario. Y si cada vehículo ocupa, por poco, 5 metros lineales de pavimento (en sólo un carril, casi “bumper con bumper”), entonces serían 50 metros diarios, 1.500 mensuales y casi 18 kilómetros por año de espacio vial que ocuparán estos recién llegados.
Comparemos estas cifras contra el pavimento nuevo que nos traerá un grupo de obras cuya ejecución se está iniciando por “valorización” en estos días y que nos tendrá entretenidos por los próximos 3-5 años. ¿Cuánto será? Contando por aparte los diferentes carriles del puente de la 4 Sur, más los intercambios si se hacen todos, más las dobles calzadas si se hacen todas, más los empalmes o conexiones de unas cuantas vías, a lo sumo estaremos añadiendo unos 15 kilómetros.
De modo que cuando terminen de construir las nuevas vías que “valorizarán” las propiedades de este sector, o sea cuando tengamos unos 15.000 vehículos adicionales a los que hoy circulan por El Poblado, nuestro problema de tránsito será notablemente peor que hoy, que apenas las estamos iniciando.
Y si a este escenario le sumamos la cantidad de vehículos de otras partes de Medellín, Antioquia y Colombia que subirán y bajarán por Los Balsos gracias a la planeada conexión con el puente de la 4 Sur, el escenario es realmente crítico.
Para entonces estarán agotados ya los mecanismos actuales de control, en especial el pico y placa. O tal vez regirá casi todo el día, como en Bogotá. O tal vez nos cobrarán peajes urbanos (medida regresiva que favorecería a estratos 5 y 6 en detrimento de los demás). O tal vez cambiaremos los horarios de trabajo y enseñanza, o tal vez saldremos cada vez menos de la casa, o tal vez nos iremos resignando a desplazamientos cada vez más y más lentos. O tal vez nos iremos masivamente de El Poblado en busca de mejores condiciones de vida, como ocurrió con el Centro de Medellín. O seguramente un poco de todas las anteriores. Y, aunque tardíamente, nos habremos dado cuenta de que asignarle una prioridad tan abrumadora a los vehículos -como ha sido nuestra constante en las últimas décadas- finalmente no era tan buena idea. Ah, ¡y que tampoco las obras nos valorizaron las propiedades!

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