El café: ¿héroe o villano?

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Si te preguntaran que cuál crees que es la droga psicoactiva más adictiva no supervisada, más vendida que el alcohol, permitida en niños y adolescentes, y más comercializada en el mundo, ¿pensarías en la sustancia contenida en ese líquido aromático y de notas amargas que acompaña las mañanas del 66 % de la población mundial?

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La cafeína no es un suplemento alimenticio, sino el estimulante más utilizado (y consumido en exceso) en el mundo. Y, después del petróleo, el producto más comercializado del planeta.

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Pensarás, entonces, que este texto es para hablar sobre los efectos perjudiciales del café y desaconsejar su uso, pero mi propuesta es mostrarte sus dos caras.

Antes de seguir leyendo, y de considerar si lo que te voy a decir es relevante para ti, quiero hacerte dos preguntas: ¿gozas de buena energía o te sientes cansado con frecuencia? ¿Duermes bien? (Considera conciliación, mantenimiento y horas de sueño como parámetros de calidad del sueño).

Si reconoces que, en ambos aspectos, podrías mejorar, y/o necesitas cafeína para sentirte alerta y despierto durante el día, sigue leyendo. Quiero contarte algo que le puede estar sucediendo a tu cerebro cuando consumes café.

Pero, antes hablemos de los mecanismos por los cuales tu cuerpo descansa. Tu ritmo circadiano, de veinticuatro horas, es el primero de los dos factores que determinan el estado de vigilia y el sueño. Al segundo se le llama “presión del sueño”, y es generado por una sustancia química llamada adenosina, que se acumula en tu cerebro con cada minuto que estás despierto, y aumenta a lo largo del día hasta llegar la noche. Esta acumulación es la que nos hace sentir cansados y queramos ir a dormir. Sin embargo, esta adenosina, además de producirse, necesita unirse a unos receptores celulares en el cerebro para poder actuar. Es allídonde la cafeína entra en escena.

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En farmacología se usa el concepto “vida media” para referirse al tiempo que necesita el cuerpo para eliminar el 50 por ciento de la concentración de una sustancia. La cafeína tiene una vida media de cinco a siete horas. Esto quiere decir que si tomamos un café a las 7:00 de la mañana puede haber aún niveles de cafeína circulante hasta las 6:00 de la tarde. Si a esto le sumamos que el consumo de café no es de una sola taza al día, y que muchas personas lo siguen consumiendo en horas de la tarde, no es de extrañar que estas tengan dificultad para conciliar el sueño, se despierten agotadas y se repita el ciclo de necesidad de cafeína para seguir despiertos al día siguiente.

El resultado: la cafeína te engaña haciéndote sentir alerta y despierto, a pesar de que los altos niveles de adenosina te inviten a dormir. Pero, digamos que decides tomarlo descafeinado para evitar el circulo vicioso. Lo que la mayoría de las personas no saben es que el café “descafeinado” contiene entre 15 % y 30 % de cafeína, lo que sigue repitiendo la historia, o la empeora.

Entonces, ¿cómo dejar la cafeína sin sentir los “bajonazos” y el síndrome de abstinencia? Es un mecanismo ineludible. Al eliminar el café, la adenosina, producida por la necesidad de descanso de tu cuerpo, encuentra finalmente libres los receptores no ocupados por la cafeína, y es allí donde nos puede dar sueño y dificultad para concentrarnos, por unos días, hasta que nuestro cuerpo logra regularse o volver a su ritmo circadiano normal.

Pero, esto no sucede en todas las personas. El metabolismo de la cafeína se efectúa por una enzima que se encuentra en el hígado y que puede ser, más o menos, eficaz; dependiendo de nuestra genética. Esto explica por qué algunas personas pueden tomar café en la noche y dormir como lirones.

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Por otro lado, al café se le han atribuido múltiples beneficios para la salud: es rico en antioxidantes, puede disminuir el riesgo de enfermedades metabólicas, mejora la salud cardiovascular, la concentración y el ánimo, y hasta puede disminuir el riesgo de enfermedades neurodegenerativas. Pero, la falta de sueño es uno de los factores de riesgo más relevantes que afectan la salud y calidad de vida de la población mundial.

Si el café es héroe o villano para ti, solo tú puedes saberlo. Como decía Paracelso:

“En la dosis está el veneno”.

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