Son cifras preocupantes
/ Juan Carlos Vélez Uribe
Japón es hoy una de las economías más prósperas del planeta y uno de los países donde prácticamente la pobreza ha sido erradicada. Nos preguntamos entonces, cuál ha sido el motor de ese éxito si dicho país prácticamente no cuenta con lo que a las otras potencias les ha permitido desarrollarse; recursos naturales como carbón, oro o petróleo, grandes extensiones de tierra para cultivar, ríos o vías naturales para lograr una mejor comunicación interna. Sin embargo, desde hace 150 años dicho país hizo una sola apuesta: la educación. Entendió que la única forma de avanzar y lograr el desarrollo pleno de su sociedad era comprometiéndose de manera seria en educar a su población.
A finales del siglo XIX había casi logrado la plena alfabetización de su población y con orgullo los japoneses dicen que luego de la devastación que sufrió su país en la Segunda Guerra Mundial, producto de los bombardeos aliados, decidió antes de reconstruir las vías, los puentes o los puertos, fortalecer su sistema educativo. Tanto han logrado en materia de educación que de los miembros más respetados y admirados de su sociedad son los maestros, por eso los jóvenes japoneses tienen como una de sus primeras opciones profesionales el formarse como docentes, algo aún impensable en nuestra sociedad.
Medellín es una ciudad que si nos detenemos a analizarla podría parecerse en algo al Japón, en cuanto a que no cuenta con importantes yacimientos de recursos naturales a su alrededor que impacten su economía. Los puertos marítimos se encuentran supremamente lejos y su conexión hoy con ellos es a través de unas vías obsoletas. La apertura económica o la globalización ponen en riesgo su competitividad, en cuanto a que el desarrollo industrial de la ciudad se dio como consecuencia de políticas proteccionistas a la producción nacional. De ahí que nuestro desarrollo económico se vea amenazado y que si no actuamos, como en su momento lo hicieron los japoneses u otros pueblos como el alemán, el futuro para las próximas generaciones no será tan claro. Por ello hemos insistido y lo seguiremos haciendo, en que la ciudad requiere de una política acertada en materia educativa. El tener como prioridad la educación es avizorar un futuro diáfano para las nuevas generaciones.
Las cifras en materia de educación son preocupantes; según Medellín Como Vamos los resultados de nuestros jóvenes en las pruebas Saber 11 son lamentables (en matemáticas el 83% de los estudiantes de colegios oficiales obtuvieron un nivel entre mínimo e insuficiente), la deserción escolar sigue siendo un problema, con más de 10.000 jóvenes que se retiran al año de las instituciones educativas, la tasa de cobertura bruta para la educación media (grados 10 y 11) fue en el 2015 del 75.4%, solo el 9% de los estudiantes de programa de bilingüismo han logrado niveles avanzados. En formación virtual aún no se ha logrado mayor cosa, y se vienen obteniendo logros, aún muy lentamente, en la formación en técnicas o tecnologías de nuestros bachilleres. Avanzamos en educación superior, pero allí falta mucho para obtener niveles de mejor calidad. Y definitivamente, mínimo ha sido el esfuerzo por implementar la jornada única escolar, pues cuentan con ella apenas 2.500 estudiantes de 400.000 que hay en las instituciones oficiales. La actual Administración Municipal se ha fijado una meta de solo 47.000 estudiantes para el 2019.
Destaco decisiones recientes del Municipio como la de continuar con el proyecto de la formación de maestros (únicamente el 35% tiene posgrado) y el haber hecho un esfuerzo por mejorar sus ingresos.
En conclusión, la educación de nuestros jóvenes es un factor fundamental para garantizar la competitividad de la ciudad y por ende el futuro laboral de las nuevas generaciones en Medellín.
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