Donde la ciudad se sienta a la mesa

Seis restaurantes cuentan la historia de El Poblado, el barrio que se convirtió en epicentro de la gastronomía en Medellín.

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Según datos de la Cámara de Comercio de Medellín, en El Poblado existen 1.207 establecimientos dedicados al mundo gastronómico. De ellos, 655 son restaurantes. Y entre estos, en esta edición 900 de Vivir en El Poblado destacamos seis lugares emblemáticos, testigos del desarrollo de un sector que, poco a poco, se ha convertido en el polo gastronómico por excelencia de Medellín.

1. El Ché


Fue en 1971 cuando este restaurante argentino abrió las puertas de una casa en la calle 9. Las cortinas de cuadros blancos y rojos daban la bienvenida a quienes cruzaban el umbral de un lugar que, por más de 50 años, transportó a los comensales a un pequeño local porteño.

Allí, muchos aprendieron a disfrutar de cortes gruesos, a identificar los términos de cocción de la carne y a conocer la pizza en su versión argentina. El Ché es un símbolo de tradición. Aunque cerraron recientemente su sede original, anunciaron que, pronto, abrirán un nuevo local unas cuadras más abajo, frente a La Tienda del Vino, otro clásico que también forma parte de nuestra historia gastronómica.

2. Café Le Gris

Desde 1978, este restaurante ha traído a Medellín los sabores del Mediterráneo. Sentarse en Le Gris es olvidarse de que se está entre dos pasillos de un centro comercial –Oviedo– para dejarse llevar a un lugar en el que el tiempo parece detenerse, donde cada cliente se siente único gracias a un servicio impecable y una cocina que nunca decepciona.

En cada detalle aún se percibe la energía de doña Amparo Caicedo de Moreno, quien, junto a su hermano Santiago, creó un lugar que hoy es insignia en El Poblado. Su primera sede estuvo en el centro de Medellín, inspirada en las brasseries  (cafés – restaurantes) francesas. Un año después llegaron a Oviedo con una propuesta gastronómica que, para su época, era visionaria.

3. Frutos del Mar

En 1980, el portugués Inácio Goncalves fundó Frutos del Mar, en una esquina del barrio Manila, justo arriba de La Excelsior. Desde entonces, este lugar ha conquistado a los amantes de la cocina de mar. Fue uno de los primeros restaurantes de Medellín en servir platos con auténtico sabor marino.

María Adelaida Moreno, propietaria de La Provincia, recuerda que Goncalves traía pesca fresca en una época en la que lo habitual era usar productos congelados. Con el tiempo, combinó la sazón de su país natal con sabores colombianos, creando una de las cazuelas de mariscos más queridas de la ciudad.

4: Asia

Recibiendo el legado de Chung Wah, primer restaurante chino en Medellín, Asia abrió sus puertas en 1980. Su plato estrella ha sido el arroz chino. Dejaron el tradicional local de Las Palmas para abrir unos metros más abajo, en el mall Palms Avenue, pero la esencia sigue siendo la misma. En un tiempo en el que la cocina asiática se ha vuelto tendencia, Asia permanece fiel a su estilo. Más que seguir modas, se dedica a perfeccionar lo que ya sabe hacer. Por eso, su arroz chino no necesita presentaciones. Es un plato que se sirve con generosidad, con trozos enteros de proteína, vegetales

5: Hatoviejo

Con la idea de ofrecer a empresarios y turistas una experiencia auténticamente paisa, en 1982 abrió la primera sede de Hatoviejo, en Las Palmas. Su ubicación frente al hotel Intercontinental fue una declaración de intenciones: ser la vitrina de la gastronomía antioqueña para quienes visitaban Medellín. La arquitectura de esa sede evoca las grandes casonas tradicionales, con balcones y patios centrales. Platos como la cazuela, la bandeja paisa, el mondongo, el sancocho y las famosas planchitas siguen siendo protagonistas de esta experiencia que hoy tiene sedes en el centro, Oviedo y Viva Envigado.

6.Bupos

Bupos es la visión de Miguel Winograd, quien en 1997 se atrevió a abrir un restaurante de mar en medio del Valle de Aburrá. La idea nació tras atender un planchón en la bahía de Cispatá. Primero abrió en Laureles, luego en la avenida El Poblado, cerca del Centro Automotriz, y hoy opera en Vizcaya. Desde sus inicios, Bupos ha sido un abanderado de la pesca fresca, que además es propia. Junto a su esposa, Rossy Toledo, Miguel ha construido más que un restaurante: una familia, en la que cada comensal es tratado como un amigo.

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