Hacer café es algo tan cotidiano que pocas veces nos detenemos a pensar si detrás de todo el proceso hay algo más. Una marca, además de procesar y empacar los granos, está contando una historia que merece ser degustada. Cada sorbo es la mano de un caficultor que recogió las cerezas, una a una, garantizando que estén maduras. Es la nariz de un tostador, que supo cuándo parar la máquina para que el café tuviera el sabor ideal. Por eso, junto a Adrían Quintero, Chief Coffee Quality de Café Quindío, construimos un diccionario de términos básicos para aprender a apreciar y a leer la historia que hay detrás de cada taza.
Acidez: es como esa chispa que te levanta; esa sensación de frescura que sientes en la lengua, como cuando te comes una manzana verde o una mandarina. Si un café tiene buena acidez, es que está vivo y lleno de sabor.
Aroma: esto es lo primero que te atrapa cuando te acercas a una taza de café. El aroma es ese olorcito rico que suelta, como la fragancia de una flor, el olor a pan recién horneado o el de la tierra mojada después de un aguacero. Es la carta de presentación de un buen café.
Balance: un café tiene buen balance cuando la acidez no se pasa de la raya, ni el amargor te daña el sorbo. Todo está en su punto, todo se complementa y ninguno sobresale más de la cuenta. ¡Es la armonía perfecta en tu taza!
Complejidad: cada sorbo es un viaje. Si un café tiene complejidad significa que en cada sorbo descubres un sabor diferente, una capa nueva, como si estuvieras pelando una cebolla. Un ratico te sabe a frutas, luego a flores y después a chocolate. Es un café que te sorprende y nunca te aburre.
Cuerpo: es la “textura” del café en tu boca. ¿Lo sientes pesado y denso como un buen jugo de mango? ¿O más ligero y suave como el agua? Un café con buen cuerpo es de esos que se sienten robustos y te llenan la boca, sin ser empalagoso.
Dulzor natural: no es que le hayan echado azúcar al café. Es una sensación dulce que ya trae el grano, como el sabor de la miel, del caramelo o de las frutas maduras.
Método de preparación: el método de preparación es la forma en que haces el café. No es lo mismo un tinto pasado en greca, que uno en una prensa francesa o en una V60. Cada método saca sabores y texturas diferentes del mismo café.
Notas a nueces: cuando al café le sientes un saborcito a almendras, a avellanas, a nueces o a cacahuete, estás percibiendo notas a nueces. Son sabores terrosos, a veces un poco tostados, que le dan un toque especial al café.
Notas achocolatadas: son esos sabores que te recuerdan al cacao, al chocolate oscuro, a la leche, o incluso a una galleta recién horneada con chispas de chocolate.
Notas florales: si sientes que el café huele o sabe a flores, como a jazmín, a rosa o a flor de azahar, entonces tiene notas florales.
Notas frutales: cuando te dicen que un café tiene notas frutales, es que al probarlo le sientes sabores que te recuerdan a las frutas. Puede ser a durazno, a mora, a cítricos como la naranja o el limón.
Retrogusto: después de que te tomas un sorbo: ¿qué sabor te queda en la boca? Ese es el retrogusto. Si es agradable y dura un buen rato, como el de un chocolate fino o unas uvas pasas, ¡felicitaciones! : estás ante un café con un retrogusto bacano que te deja queriendo más.
Terroir: es una palabra francesa que se usa para decir que el café sabe a “donde creció”. Incluye el tipo de tierra, el clima, la altura, la cantidad de lluvia… todo lo que influye en cómo crece la planta. Es la huella digital del lugar en cada grano de café.
Tostión: la tostión es como el bronceado del café. Es el proceso de calentar los granos verdes para que desarrollen todo su sabor y aroma. Una tostión clarita te da un café más ligero y ácido, mientras que una más oscura te da un café más fuerte y amargo. Es el punto clave para que el café quede a tu gusto.
Varietal: es como la “familia” o la “raza” del café. Hay muchas variedades, como la Caturra, el Borbón o la Geisha, y cada una tiene sus propias características y sabores. Saber el varietal te da una idea de qué esperar de ese café.
Café Quindío llegó a Medellín
Con más de 30 años de trayectoria, Café Quindío abre oficialmente sus puertas en Medellín. Serán tres puntos de venta diseñados para ofrecer una experiencia sensorial completa: espacios cuidadosamente ambientados, atención experta y una oferta de productos que destaca por su origen quindiano, su innovación constante y su sabor inconfundible. La primera tienda abrió sus puertas en la Vía Primavera, cra. 37 # 8A – 40. Luego llegará la del Centro Comercial Santafé y Arkadia.