Deporte, confianza social y desarrollo sostenible

¿Tienen relación alguna el deporte, la confianza social y el desarrollo?

Aunque parezcan distantes, el deporte aporta más que bienestar físico y mental. Puede alcanzar la esfera comunitaria y contribuir con grandes cambios al desarrollo.

La confianza social, como bien colectivo de comunidades con alto capital social, es la capacidad de exponerse ante otros, incluso desconocidos, esperando buenas intenciones, acciones predecibles, honestas y cooperativas. Este atributo escasea en sociedades postmodernas, individualistas y urbanas, donde los vínculos humanos son cortos y líquidos. Según el BID (2022) y la Encuesta Mundial de Valores (1981–2020), América Latina tiene los niveles más bajos de confianza social del mundo, común en sociedades divididas, conflictivas y desiguales.

¿Por qué es importante la confianza social? Porque incide en muchas acciones y en su impacto en el desarrollo sostenible. En situaciones donde todos deben aportar, el grado de confianza en que otros harán su parte determina cuánto se aporta individualmente. La suma de estas acciones genera cambio social.

Por ejemplo, en un edificio, la probabilidad de que cada familia separe adecuadamente los residuos aumenta si confía en que las demás lo hacen y la empresa de aseo responde. Esta confianza incide en el desarrollo ambiental local y, sumada globalmente, en el desarrollo sostenible.

Knack y Keefer (1997), con datos de 29 países, mostraron que mayor confianza cívica se traduce en mayor recaudación de impuestos, uso del transporte público y menos accidentes de tránsito. Knack y Zak (2001) hallaron que un aumento del 15 % en confianza generalizada incrementa en 1 % anual el ingreso per cápita. El BID (2022) concluye que la desconfianza reduce crecimiento e innovación: la inversión, el emprendimiento y el empleo florecen cuando los actores sociales confían entre sí.

En entornos de confianza, los costos de transacción disminuyen: contratos, seguros, litigios o trámites bajan, así como el tiempo, esfuerzo e insumos, beneficiando a individuos y organizaciones. La confianza, base del capital social, estimula la cooperación, favorece la participación y reduce el uso de la fuerza. En lo político, propicia participación ciudadana y estabilidad democrática. Inglehart (1997) halló que en democracias estables, al menos el 35 % de las personas confían en los demás. El BID sostiene que la desconfianza distorsiona la toma de decisiones, impide exigir servicios, unir esfuerzos contra la corrupción y realizar sacrificios colectivos.

¿Tiene el deporte relación con la confianza social?

Uslaner (2002) sostiene que la confianza se enraíza en experiencias de interacción social y disminuye ante el miedo. La guerra fragmenta, genera enemistad y desconfianza. Si se valora la diferencia como atributo que suma, la confianza se incrementa. El deporte permite encuentros entre desconocidos y “diferentes”, fortaleciendo lazos de confianza. Hacer del “diferente” un igual permite incrementar capital social y movilizar desarrollo.

Iniciativas de deporte para la paz han facilitado reconciliación entre víctimas y excombatientes, internos, migrantes y comunidades enfrentadas, como en Sudáfrica, Irlanda o Gaza. Estas crean puentes y vínculos, aumentando inclusión y acción colectiva. Los espacios horizontales favorecen la cooperación y los deportes grupales desarrollan confianza mediante reglas claras y socialización.

El deporte como espacio público propicia encuentro ciudadano y reduce barreras, incluso en contextos hostiles. No puede descartarse su valor en el desarrollo de habilidades que fortalecen la confianza social. Se destacan valores del deporte como empatía, cooperación y eliminación de prejuicios, así como la integración de los tradicionalmente excluidos. El trabajo en equipo exige esfuerzo colectivo y confianza. Fukuyama (1996) afirma que la asociación surge cuando se comparten normas y valores, subordinando intereses individuales al bien común. Esta habilidad se desarrolla con la práctica deportiva.

Más que causalidad directa, el deporte crea oportunidades para derribar barreras, resignificar vínculos y fortalecer habilidades sociales que valoran lo colectivo. Urge estudiar cómo y bajo qué condiciones esta relación puede potenciarse, especialmente en el deporte recreativo, escolar o comunitario.

Sigue sorprendiendo la capacidad del deporte para contribuir al desarrollo sostenible. Y en este desafío, sumamos todos.

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