Democracia, todo menos lo fundamental

Este sistema democrático nuestro, del cual nos sentimos tan orgullosos, a veces sí funciona. Podemos elegir con relativa libertad presidente, congresistas, gobernadores y alcaldes. También, de vez en cuando, podemos votar en un referendo o plebiscito alrededor de un tema crítico.

Pero, más que elegir a determinadas personas o partidos políticos para que ocupen cargos públicos, lo que el sistema fundamentalmente proporciona es estabilidad y confianza.

Confianza que permite que paguemos impuestos sabiendo que, al menos, una fracción de ellos serán bien invertidos. Que motiva a invertir, a comprar acciones o bonos, incluso a poner el dinero de toda la vida -el actual y el futuro- en una casita propia. O a juntar ingentes cantidades de dinero para emprender ambiciosos proyectos públicos y privados que nos mejoran la calidad de vida.

Hasta ahí todo bien, o al menos tolerable. El problema es que por definición la democracia funciona y está diseñada para trabajar para el corto plazo, rara vez para el largo. Apenas ha terminado un ciclo electoral, y ni bien se han posesionado los nuevos gobernantes, empezamos a promover o a rechazar los probables candidatos del siguiente ciclo. Y a eso le dedicamos toda la energía y capacidad mental.

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¿Y qué pasa con los problemas realmente importantes de la sociedad? Poco, y a veces nada. Pasan a segundo plano, quedan aplazados. Nunca se enfrentan realmente, por más tiempo que tengamos para prepararnos.

¿Cuál precandidato o partido político colombiano está planteando soluciones integrales, quizá disruptivas, para el desafío máximo, el cambio climático? Frente a esta nueva realidad, la pandemia actual parecerá un juego de niños.

Todos sabemos que ya viene, o peor, que ya llegó. Todos sabemos que nos está descuadrando la vida de manera radical y definitiva y que mucho de lo que estamos haciendo hoy, o dejando de hacer, tendrá un efecto dramático sobre nosotros y nuestros descendientes. En caso de duda, preguntar a los residentes de Oregon y de California, en Estados Unidos.

Pero nadie sabe cómo sacar votos de enfrentar el calentamiento global. Porque es un tema complejo que ante todo implica sacrificios, no hay de por medio gratificaciones -o venganzas- inmediatas, lo único que realmente funciona en época electoral. Los supuestos beneficios quizá los disfrutemos en muchos años, pero principalmente serán para personas desconocidas, la mayoría de las cuales aún no han nacido.

Ojalá existan a nivel mundial y local líderes capaces de hacernos cambiar de hábitos y de prioridades en la vida. Por el momento, no se ven.

Y lo malo es que si para 2022 aparece en Colombia algún candidato realmente competente y serio, promoviendo con bases científicas las acciones y sacrificios indispensables para rebajar el cambio climático, espantará votantes y terminará entregando en bandeja de plata el poder al populismo irresponsable.

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