¿Cuánta azúcar tiene tu cédula?

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Hemos escuchado muchas veces la frase:  “a los gorditos no los quiere si no la mamá” y con ella crecimos, luchando cada vez por no salirnos de los estándares que la sociedad considera normales.

No es sorpresa para mí,  que uno de los motivos más frecuentes en consulta sea el apoyo para la pérdida de peso.

Es habitual escuchar de mis pacientes afirmaciones como: “todo lo rico engorda”, “no debería estar comiendo eso”, pero “eso me controla”, “soy adicta al dulce”, “me encantan las harinas”…

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¿Por qué es tan difícil generar el hábito de alimentarnos bien, aun cuando sabemos que no nos conviene ese “no alimento”? ¡Pues la crocancia, la textura, el sabor dulce, el olor y el color de las harinas refinadas y el azúcar generan una explosión en los 5 sentidos que invita a que lo sigas haciendo generando el circuito hedónico de recompensa rápida, que todos hemos conocido por ejemplo cuando comemos chocolate y no podemos parar, cuanto más, mejor! Y si estamos cansados, no se nos ocurre pensar en comernos un brócoli.

¿Será que nos vendieron mal el concepto de Bien Estar?

Si nos preguntamos qué significa, deberíamos respondernos cuántos años queremos reflejar en nuestro cuerpo , cuánta energía y vitalidad nos gustarían, cuántos años aparentamos y si esta realidad dista mucho de la edad acumulada con los años.

Desde que nacemos, iniciamos el proceso de envejecimiento, que se acelera gracias a que el azúcar al que estamos expuestos en etapas tempranas de la vida ejerce un efecto de daño a nivel celular, que se conoce como glicación. Incluso las canas y las arrugas han sido asociadas a este fenómeno.

Imagínate comprar un pedazo de carne fresca y jugosa,  cuando la pones en la sartén  se torna  negra y se cocina. Igual efecto es la glicación a nivel celular.

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El cuerpo tiene solo 4 compartimentos: agua, grasa, músculos y hueso. No tiene más para dónde crecer. Por tanto, no es tan importante el peso que tengas sino la composición de estos 4 compartimentos. Esto se conoce como composición corporal, y en los últimos años, números estudios científicos determinan que es el verdadero predictor de enfermedades crónicas como la obesidad, alteraciones asociadas al riesgo cardiovascular, las enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, el Parkinson,  la Diabetes y el Cáncer.

Y aquí es donde se hace énfasis en que la verdadera edad es la que tu composición corporal determina en tus células… tu edad metabólica.

Entre más grasa corporal tengas, menos músculo y hueso presentas, por esta razón el mensaje que envías a tus células, que son las que al final del día definen la edad de tu metabolismo, es de inflamación, deterioro, envejecimiento y alteración del sistema inmune, además de perdida de hueso, aumento de riesgo de fractura y con esto de la fuerza e independencia necesarias para “estar bien”.

Esta grasa corporal es un resultado en gran medida del alto contenido de azúcar de los alimentos y, además del sedentarismo, de los hábitos inadecuados de descanso, de la interrupción del sueño con aparatos electrónicos, del exceso de café, de la mala gestión del estrés, etc.

Es decir, que la edad que tienes refleja el consumo adecuado o inadecuado de azúcar que has tenido en tu vida, directamente proporcional a la grasa acumulada.

Refleja también, en sentido inverso, la vitalidad y energía que quieres tener.

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Te invito a que reflexiones sobre cuantos años deseas tener en tu cuerpo, a investigar cuánta glicación tienes a nivel celular y a mirarte en el espejo haciendo conciencia de la vitalidad que reflejas.

Ahora, la próxima vez que pienses que el dulce te controla, haste cargo de superarlo con el propósito de ampliar la diferencia entre la realidad de tu edad y la que está escrita en tu cédula. Sin duda, vale la pena el reto.

@karinamedicinafuncional

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