La tenencia de mascotas es una responsabilidad subestimada: detrás de un aparente amor por los animales, lo que se esconde es muchas veces una gran irresponsabilidad. Los asuntos de salud y bienestar del animal (la comida, la salud, el ejercicio, el cariño) demandan tiempo y energía con los que no siempre se cuenta. No es extraño que, en fechas especiales, como regalo se dé un “perrito”, un “gatico” o cualquier otro “animalito” que, días o semanas después, termina siendo echado a la calle a su suerte (lo digo con conocimiento de causa: mis dos gatas son rescatadas, una de ellas de una bolsa en una quebrada). Esto es reprochable principalmente porque el animal sufre, pero también porque pueden generarse problemáticas de salud pública.
Guardando las proporciones, la decisión de tener una mascota es similar a la de tener un hijo: si no se tienen los recursos necesarios, no hay que buscarlo. Porque si llega, es para garantizarle una buena vida, lo cual es costoso y demandante. El cariño por los animales se expresa mejor renunciando a tenerlos, que teniéndolos sin poder hacerlo bien.
¿Quiere tener mascota? Primero, asegúrese de poder brindarle todo lo que necesita. Luego considere (y esta es mi invitación) no comprar: adopte, cuide y esterilice.
P. D. ¡Bajo ninguna circunstancia apoye el tráfico de fauna silvestre!