No le voy a negar que por momentos he sido de los que me pongo a pensar cómo fue que se originó este virus, de dónde salió o, peor aun, aunque perfectamente posible, quién lo creó.
Por fortuna esos momentos no me he quedado mucho tiempo echándole cabeza porque sí hay una realidad que no podemos negar: están falleciendo personas. Y de poco, por no decir nada, serviría saber los motivos.
Desafortunadamente esta situación ha generado secuelas, en todos los ámbitos y de toda índole, pero como dice el dicho, “no se puede llorar sobre la leche derramada”. La situación nos ha obligado, como individuos y como sociedad, a reaccionar de acuerdo con los recursos que tenemos.
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Hubo una metáfora que leí alguna vez, que me pareció muy oportuna: “todos estamos sobre el mar, en la misma situación. La única diferencia es que algunos estarán en su yate, otros en un barco, otros en su canoa y otros nadan para no ahogarse”. Pero estoy casi seguro que, exceptuando las circunstancias de cada uno de nosotros, todos sentimos lo mismo: ansiedad, temor, incertidumbre, preocupación. Lo importante es tratar de manejar estos sentimientos y pensamientos lo mejor posible.
En lo personal aspiro a que de todo esto salgan cosas buenas: qué tal si ya dejamos tanta competitividad y practicamos el cooperativismo entre las personas y negocios. Al final de cuentas nos interesa salir adelante a todos y más que tener la mentalidad “yo gano y tú pierdes” creo que sería mejor el ganar-ganar.
Inclusive acciones más elementales como saludar al que va por la calle (sin importar si es o no conocido, cuestión de cordialidad) así no nos devuelva el saludo. Acciones desinteresadas que salgan más de nuestro interior. Recuperar la cortesía.
Abro paréntesis: en la urbanización en la que resido, desde que llegué hace casi cuatro años, adquirí la costumbre de saludar a los porteros y los ronderos, a veces departo con ellos así sea para preguntarles cómo están, y en varias ocasiones sin motivo alguno les he ofrecido un tinto. Cierro paréntesis.
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Y estoy seguro de que habrá mucha gente a la que se le ha despertado la solidaridad con los demás. Por eso mi invitación es a que mantengamos esas actitudes como el buen trato, el respeto, el no juzgar, ser comprensivos. En especial en el respeto a las normas. Pues todos estamos involucrados y por ende tenemos la obligación de salir de esta. ¿Cómo? Cada uno poniendo de su parte.
Por: Sebastián Rico