El distanciamiento social es una amenaza para las relaciones. Pensar en la vida sin tocar al otro puede ser bastante complicado.
Atrás quedaron los abrazos, los besos, los saludos de mano. La nueva normalidad pide cambiar la forma en la que nos relacionamos con los demás. Las manos son remplazadas por los codos y por los pies.
“La afectación en cuanto a lo corporal es grande. Para nosotros es muy común un gesto como una caricia”, explica el sicólogo Juan Esteban Cano.
Sin embargo, la invitación del profesional es no dejar que eso determine las relaciones: “hoy hay que enfocarse en lo real, en buscar cómo manifestar el afecto a través de lo real, de los hechos y de las palabras”. Lo importante es que la situación no desborde sobre todo porque “podemos negar el contacto físico por miedo al contagio puede hacernos caer fácilmente en la desconfianza“.
Es necesario buscar nuevas formas para alimentar el vínculo afectivo y crear nuevos hábitos más allá del contacto físico. “Es ser creativos, busca nuevas formas para estar presente, responder de formas diferente la pregunta de cómo estar ahí”, dice Cano.
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Las nuevas relaciones implican, entonces, un autoconocimiento y un reconocimiento del otro, ser mucho más conscientes de los demás, para, luego, encontrar otras maneras de manifestar el afecto sin que haya contacto físico.
Es evidente que lo corporal no es el único canal de comunicación. El presente pide más diálogo y una presencialidad más potente. Cano también dice que “somos cuerpo, por eso lo físico tiene que seguir, es algo que no se puede suprimir”. Por eso, esta situación exige del autocuidado”
Un punto importante, también es controlar la ansiedad que puede causar la incertidumbre. Entender que hay que vivir el día a día y que el contacto físico regresará cuando la COVID-19 sea parte del pasado.