Gandhi dijo que “el mundo tiene suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no las ambiciones de todos”. Aquí se reconoce que el bienestar es dependiente de los beneficios que brinda la naturaleza y se señala que, como los recursos son finitos, el consumo desmedido es insostenible. Además, se indica una diferencia entre “necesidades” y “ambiciones”: se reconoce una distorsión de las actividades de consumo cuando son exageradas y cuando dejan de ser un medio para convertirse en un fin.
Para reducir el impacto ambiental lo primero por hacer es, como dice la Carta de la Tierra, “darnos cuenta de que, una vez satisfechas las necesidades básicas, el desarrollo humano se refiere primordialmente a ser más, no a tener más”.
No podemos prescindir completamente del consumo, pero se puede minimizar su impacto. ¿Cómo? Por un lado, adquiriendo productos locales, sin empaques innecesarios. Y, por el otro, separando y aprovechando en casa.
¿Qué aprovechar? ¡Lo biodegradable! Que no se acabe este año sin una paca digestora o una unidad de compostaje. Pronto vendrán detalles sobre esto. Mientras tanto, piense: si puede evitarlo, no lo compre; si hay que comprarlo, que genere pocos residuos; los pocos residuos que genere, sepárelos bien; lo que pueda aprovechar en su casa o en sus alrededores, no lo entregue, ¡aprovéchelo!