Hemos estado habituados a discutir sobre cuál punto de la carne favorece más los sabores y las texturas; pero desde la sostenibilidad ambiental, el mensaje toma otro tono. El reto es climático y de calidad de vida.
En círculos sociales el “yo dejé la carne” se ha ido convirtiendo en tema recurrente y en motivo de crítica. Por posibilidad geográfica, por hábito, por ancestro, incluso por imitación de prácticas gastronómicas de países cercanos, esa pieza ha sido de consideración obligatoria en la dieta antioqueña, así que quienes han optado por desprenderse de su consumo son vistos como víctimas de poco más que una ocurrencia.
Sin embargo, más que un asunto de estética, escrúpulo o tal vez creatividad, hay argumentos asociados al futuro del planeta dentro de la elección de retirar ese elemento de la dieta.
Cuatro analistas comparten su punto de vista contra el consumo de carne ¿Cuál es su opinión?