A diez días de las elecciones parlamentarias, muchos temas nacionales e internacionales caldean el ambiente.
Mucho ruido en el ambiente está alterando la calma que necesitamos para poder estampar la X, el domingo 13, sobre las opciones que nuestras conciencias –sólo ellas- decidan.
Algunos ejemplos:
- Las garroteras al interior de la coalición de la Esperanza. (En las otras dos no existe ni siquiera el disenso. En una, por el temor reverencial al patrón y, en la otra, porque van todos a una como en Fuenteovejuna). Indirectas, rectos a la barbilla, insinuaciones, acusaciones… Sabemos más de esos cotilleos que de propuestas concretas, viables y sostenibles. Prometer, cualquiera promete. Todos, incluso Petro que lleva cuatro años de campaña y con facilidad pasmosa se desmiente según la ocasión, navegan en generalidades: corrupción, deforestación, pobreza, educación, seguridad… Tópicos de parroquianos alrededor de un café.
- El fuego electoral ardiendo con la ayuda de los expresidentes. Gaviria, sabedor de que aún desprestigiado el PL mantiene una maquinaria poderosa, hace ojitos aquí y allá con la coquetería de una quinceañera en baile. Pastrana, intenta levantar el PC sembrando cizaña –igual que desde la otra orilla- sobre una posibilidad de fraude. Uribe, se deja la piel en la arena al aupar a un candidato sin futuro e intentar resanar la grieta que separa al CD godo del CD liberal. Santos, titiritero profesional, mueve los hilos tras el telón. Y Samper, desafinado, a veces corea desde la banca de los músicos.
- La reaparición virtual de Aída Merlano contando sus aventuras y desventuras en los entresijos del poder, mientras con paciencia de araña teje una red tenebrosa de sexo, traiciones y votos, en la que podría quedar atrapado uno de los “idénticos” del Equipo Colombia. (Los otros cuatro, ni mú). Y la reaparición forzada de Piedad Córdoba, a quien testimonios de un exasesor le desbalancearon la carga que lleva entre el turbante. Secretos de los secuestrados, de las Farc, del régimen de Maduro, de Alex Saab y de quién sabe qué más. Enfrenta acusaciones serias, que no persecuciones por ser “mujer y negra”, la letanía con la que siempre se protege. (Petro, ni mú).
- Y ni se diga las noticias que provienen de esa papa caliente llamada Otoniel, de las acciones violentas del envalentonado Eln, de la ansiada recuperación del campeón Egan Bernal; de la pandemia con su parafernalia: vacunas, tapabocas, distanciamiento, lavada de manos, picos, mesetas, ¡uf!; del pánico mundial que originó Putin desde que su mirada de lámina de acero se posó, con todo su poderío bélico, sobre los llanos de Ucrania; de la decisión de la Corte Constitucional respecto del aborto, que removió fibras muy sensibles y tiene a defensores y opositores satanizándose entre sí; de las encuestas poco confiables, con tantos nombres en juego los resultados se atomizan; de la filtración –¿sin querer queriendo?- de videos íntimos de influencers que a punta de likes se vuelven millonarios; de los pontífices que sientan cátedra en las mañanas de la radio y prenden velas a Dios y al Diablo; de los grupos de Whatsapp en los que no falta quien pretenda imponer sus preferencias políticas…
¡Con lo que hay que lidiar!, qué fatiga.
ETCÉTERA: Yo voto, tu votas, el vota y, ojalá, ninguno bote el voto.
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