Comer para volver

Tres lugares donde la memoria y el origen se sirven en la mesa; restaurantes que, sin ser estrictamente cocina colombiana, se nutren de técnicas, ingredientes y sabores locales para construir una propuesta propia, tan creativa como arraigada.

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1. Zombra

Aunque su nombre sugiera penumbra, es la cocina de Pablo Naranjo la que ilumina la
escena gastronómica de El Poblado. Nacido en Bogotá, formado en Francia y con una
trayectoria de cinco años en la India
, Naranjo abrió en Medellín un restaurante que
representa su reencuentro con las raíces del país que lo vio nacer.

A pesar de estar enmarcado dentro de lo que se conoce como alta cocina, sus platos
que él mismo describe como “inusuales”– son ante todo un homenaje íntimo: a su
cultura, a su familia, a su memoria.

Pablo llegó a Medellín a principios de 2020, con la intención de pasar unas vacaciones.
Tenía vuelo de regreso a la India para el 13 de marzo… “y todos sabemos qué pasó”.
Durante la cuarentena cocinó para su mamá, su papá y su hermana, y en ese proceso descubrió algo desconcertante: en todos sus años como cocinero, solo había preparado comida para ellos en siete ocasiones. Esa revelación lo llevó a tomar una decisión radical: dejar atrás su vida en Asia y quedarse en Medellín, ciudad en la que su familia se había instalado mientras él vivía en Francia.

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Hoy, Zombra es su templo creativo. Su cocina sorprende sin miedo a lo inesperado: puede servir un postre en el que el puerro y la cebolla son protagonistas, o narrar historias a través de especias que aprendió a manejar en la India. “Buscamos un balance, un equilibrio; que brillen los sabores sin exagerar”, dice. Las especias están ahí, presentes, sin dominar, como parte de un conjunto en el que todo debe relucir. Su abuela paterna lo inspira para crear un estofado de lengua tan delicado que, dice, “siempre que lo pruebo, me lleva a la infancia en Fredonia”.

Cra. 40 #10 A 22, El Poblado, Medellín
@zombra.mde

2. La Makha

Puede que el nombre de David Suárez no sea ampliamente reconocido, pero ha estado detrás -de forma directa o indirecta- de proyectos gastronómicos exitosos en Medellín como Casa El Ramal, Krudo y Test Kitchen Lab. Tras un tiempo alejado de los fogones, la cocina volvió a seducirlo cuando le propusieron liderar La Makha, el restaurante del hotel Binn.

Allí ha encontrado un espacio para desplegar su creatividad, con una carta en la que los sabores colombianos tienen un lugar protagónico. Cada plato es un guiño a los ingredientes que formaron su paladar, y todo parte del ingrediente como centro de gravedad. Así, la stracciatella —el corazón cremoso de la burrata— se mezcla con arvejas ahumadas, hinojo, tomate San Marzano, poleo, cilantro y otras hierbas que evocan las azoteas del Pacífico.

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También sorprende con un cebiche de sandía cocinada al vacío para lograr la textura del atún, que contrasta con chontaduro y limón mandarino.

La suya es una propuesta renovada, que combina técnica e identidad, y que convierte a La Makha en una parada obligada para quienes buscan una cocina con carácter en Medellín.

Cra. 25 #10-5, El Poblado, Medellín
@lamakharestaurante

3. Mítico

En una antigua casona de Envigado, Mítico es un restaurante pensado para quienes quieren dejarse sorprender. Allí, la experiencia va de la mano con una propuesta gastronómica sólida, anclada en la memoria y el territorio.

Al frente de la cocina está el chef Daniel González, quien ha pasado por diversos hoteles y restaurantes de la ciudad. Su pasión se percibe tanto en su discurso como en sus platos. Junto a sus socios, se propone rescatar sabores de infancia e ingredientes poco conocidos, apostando por una cocina que dialoga con el entorno.

Tienen su propia huerta y trabajan estrechamente con productores locales. “Ellos son clave para el desarrollo de nuevas recetas”, explica Daniel. Esa alianza ha permitido incorporar vegetales como coliflores de colores o rábano blanco, y extender la relación del restaurante con el campo.

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El proceso creativo es continuo: todos los martes, el equipo de cocina se reúne en un taller donde diseñan nuevos platos y experiencias. Gracias a este ejercicio constante de exploración, volver a Mítico nunca es repetir: siempre hay algo distinto, algo que despierta los sentidos.

Calle 38 Sur #35-06, Envigado
@mitico.mde

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