Cinco minutos son suficientes (Primera parte)

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Cinco minutos son suficientes
Primera parte de una crónica sobre una visita a Medellín y el consecuente recorrido gastronómico

Hace pocas semanas estuve con mi esposa de visita en Medellín, adonde no veníamos desde el año pasado. Durante el viaje entre Buenos Aires y el José María Córdova, en la revista del avión leí un artículo de un sicólogo que afirmaba, entre otras cosas, que los primeros cinco minutos de la relación entre dos personas definen si esta relación será armoniosa y duradera, o si por el contrario la misma no existirá en un futuro. He estado reflexionando sobre el tema y me parece que la afirmación es válida, y creo que la empezaré a aplicar en mis relaciones de afecto y desafecto con los restaurantes y temas relacionados.

La primera prueba de la veracidad de la afirmación está relacionada con algo que me sucedió hace cerca de 19 años, época en la que vivía en Estados Unidos. Un día en que entré a una exposición en una galería de arte me encontré una muestra de una artista argentina, tuve la oportunidad de conocerla y conversar con ella unos minutos; para hacer corta una historia larga, a los pocos meses estábamos casados y los dos estimamos que estaremos juntos hasta que se cumpla la promesa de “hasta que la muerte nos separe”.

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Años después me enteré de que en Medellín había un guía certificado de pesca. En uno de mis viajes a la ciudad, previamente por Internet arreglé con él un día de pesca en El Peñol. El día de la cita pasó a buscarme a las 6 de la mañana; desde las 6 y cinco de ese día hasta hoy, cada vez que nos encontramos tenemos conversaciones interminables acerca de dos temas que nos apasionan: la pesca con mosca y la cocina, en cualquier orden es igual; por si todavía no han adivinado el nombre, se trata de mi vecino de columna Álvaro Molina.

Uno de los motivos para esta vista a la ciudad fue celebrar el cumpleaños de mi cuñada; ella y mi hermano organizaron una fiesta en su casa, para ello contrataron a una empresa familiar dedicada a la organización de eventos. La primera impresión que tuve de ésta fue suficiente para catalogarlos: ella y su brigada amables y eficientes, decoraron la casa en pocos minutos con unos preciosos arreglos florales, las mesas fueron puestas en forma impecable, la atención inmejorable y la calidad de la comida bastante buena, gracias Yiya Vélez por el buen rato que nos proporcionaste, durante el tiempo que estuviste los dueños de casa pudieron disfrutar plenamente de la reunión.

En este viaje he tenido varias oportunidades para comprobar la tesis del artículo: el lunes 13 de agosto estuve de pesca en El Peñol, el capitán Bass había organizado el almuerzo con el personal del Club Náutico, después de cinco horas de estar luchando bajo un sol abrasador, y con alguna suerte con los bass de boca grande, regresamos al club para almorzar; la conversación con la señora del encargado fue amable y a continuación nos sirvió un sancocho de gallina cocinado amorosamente durante varias horas en el fuego de su cocina.

Hace muchos años que no disfrutaba de éste plato, sencillo en su preparación, tan bien hecho.

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