Es uno de los artistas que está más comprometido con la justicia social y la paz, en Colombia. Ha recorrido las ciudades, los pueblos de mar y montaña para escuchar a las víctimas, honrar sus historias, y seguir adelante por caminos nuevos, junto a ellas, a través de la música. Conversamos con él, a propósito del estreno de “Libre”.
Mientras la velocidad disminuye en las calles por estos días, y un poco de silencio confirma el comienzo de un año nuevo, César López anuncia una obra nueva, en piano, un instrumento que conoce bien y se convierte en una de sus formas para comunicarse con otros, y despertar la belleza que hay en ellos.
Le puede interesar: Visitar el Mamm y sus siete exposiciones
“Libre” es el nombre de esta obra que ha dado a conocer en estos días; una composición suya que revela su experiencia musical y el compromiso con la realidad de un país donde las masacres aún no dan tregua, la mayoría de las familias tienen al menos una historia de dolor, y en el que es necesario seguir adelante para buscar soluciones y otras realidades, a pesar de lo ocurrido.
“Mensajero no violento” de Naciones Unidas y “Emisario de Conciencia” para Amnistía Internacional, marcó hace unos días, en un mapa, los municipios en los que estuvo, en los últimos meses: 150.
Entre esos está Medellín, un lugar al que visitó en julio pasado para llevar a cabo “Duelo colectivo”, un acto que reunió en el Teatro Metropolitano de Medellín, literatura, música y danza para rendir un homenaje a todas las personas que dejaron este mundo debido a la pandemia. En ese acto lo acompañaron los periodistas Juan Mosquera y Ana Cristina Restrepo; también la compañía de danza Sankofa Danzafro y la escritora Piedad Bonnet.
En este 2022 espera visitar otras regiones y llevar sus dones naturales como la sensibilidad, la calma o la capacidad de ver lo bueno en otros, junto al conocimiento adquirido después dedicar la mayor parte de su vida a la música.
¿Cuál es la historia de “Libre”? ¿Cómo nació y de dónde salió la inspiración?
Cuando lees el libro de Helena Urán, “Mi vida y el palacio”, me impresionó encontrar allí la historia de mi familia, y además descubrir que su padre había tenido que ver directamente en la búsqueda de justicia para mi hermana, entre 1982 y 1985. Me puse en contacto con Helena y en su relato me habló sobre cómo, en los videos de algún medio de comunicación de la época, aparece su padre saliendo con vida a las 2:17 pm. Todo esto me conmovió de una forma muy poderosa y comencé a trabajar en la obra con la claridad de que se llamaría “Libre”. Porque él estuvo efectivamente libre unos instantes y porque la idea de la obra es también liberarnos cada vez más del dolor que dejaron esos hechos en nuestras vidas.
¿Por qué piano, principalmente?
El piano es el lugar donde suceden mis actos de mayor meditación, allí sano, allí descargo mis angustias y allí también proceso mis emociones más hermosas; no podía ser de otra manera en una situación en la que las palabras sobran.
También lea: Germán Puerta: un maestro del cielo
¿Cuál fue el desafío musical en “Libre” y cómo es su estructura?
Sí. El primero de ellos es un juego con las notas y su distribución en el piano, codificar la fecha del palacio 85/11/6 y 7. Esto aparece en la introducción y en el cierre de la obra, y por último intenté construir una narrativa con diversos recursos armónicos y que al llegar al minuto 2:17, se desencadene un final inesperado, y comience un arreglo que simula un aleteo. Pensaba en las palomas de la plaza que volaron libres mientras sucedía el drama, allí mismo, en el palacio.
¿Quiere escuchar la canción?
¿Qué efecto o sensación te gustaría que tuviera en las personas?
Sin importar que comprendan o no las motivaciones de la obra, este piano debe ser un bálsamo para cualquier momento de la vida de las personas. Ya en el terreno de nuestro trabajo con la construcción de paz, creo que responder a estos dolores y a estas historias de país con arte es definitivo para seguir sanando y detener cualquier nueva violencia.
¿Hubo alguien que trabajara contigo en su creación?
Es un camino muy solitario, soy yo enfrentado por horas al instrumento, creando y desechando melodías, acordes, y tejiendo la emoción con delicadeza.
Ahora que ya pasaron varios meses, ¿cómo ve el “Duelo colectivo” que se realizó, en julio, en el Teatro Metropolitano? ¿Algún aprendizaje o experiencia que quiera mencionar?
El “Duelo Colectivo” tiene el mismo principio de “Libre”: cómo logramos que estas expresiones se conecten intencionalmente con la vida de la gente, con sus propias vivencias, ya sea para acompañarlos o para proponer, de verdad, un camino terapéutico con el sonido. Mi única conclusión es que debemos ser más, haciendo más; ese día estoy seguro que este país hablará de paz desde un estado emocional mucho más sano.
Hace unos días marcó en un mapa los lugares de la geografía colombiana en los que ha estado. ¿Qué logró, en los últimos meses, en las regiones de Colombia? ¿Hay algo que tal vez le gustaría hacer en Antioquia o Medellín?
La tarea que yo he elegido es una utopía: caminar y salir al encuentro de la gente y las historias, y en ese encuentro honesto ofrendar mi música y creer que calle por calle, corazón por corazón, la vida nos cambia. No importa si soy yo, pero estoy seguro que el único camino posible es enfrentar la realidad en el terreno, mirando a los ojos, y sembrando. Espero que la vida y la música me lleven pronto a Medellín y a todos los lugares en donde pueda ser útil.