Manuela Lopera, colombiana, y Marcial Ferrelli, argentino, son la pareja detrás de Cenas Libertina, pionera de las cenas clandestina en Medellín. Los inspira ver a la gente sentada a la mesa, propiciar el compartir este ritual. “Comemos con el corazón”, se lee en sus delantales,
Por: Claudia Arias
Son periodistas y no han dejado las letras, estas forman parte de su receta, pero, además, decidieron ponerse el delantal y abrir las puertas de su casa para recibir a aquellos que quieren compartir una experiencia en la que se desconocen los demás comensales. El primer encuentro fue hace más de dos años, en la sede del colectivo creativo Deúniti en Envigado, funcionó y surgió la idea de desarrollarlo en su casa.
Empezaron con una pareja de amigos, Diego y Natalia, que lo dejaron por otras actividades; desde entonces Manuela y Marcial están al frente. Hoy cuentan muchas cenas, cientos de comensales y siete menús; al principio solo eran abiertas convocadas por Internet, ahora sumaron actividades programadas para grupos cerrados.
Manuela dice que aprendió a cocinar con programas de El Gourmet, ella es la responsable mayor de una cocina en la que todo es hecho en casa, y Marcial la apoya con las pastas rellenas, las empanadas argentinas, las carimañolas y, por supuesto, el asado. Disfrutan pensando en cada detalle: las luces, las flores, el vino que sirven de manera generosa, la música; aman propiciar esta experiencia personalizada, en la que los asistentes se integran entre trinchadas y mordiscos.
Se programan a demanda o según sus otras ocupaciones y cada cena, dice Manuela, es un pequeño triunfo. Agradecen las caras de satisfacción, hacer las cosas a su manera y ver que otros lo reciben con el corazón abierto. En su mesa el tiempo pasa lento y los comensales gozan; hoy hacen memoria de los miedos antes de lanzarse al ruedo… ahora tienen claro que el corazón constituye su mejor ingrediente, ese que sirven velada a velada, no importa cuál sea el menú libertino del día.