Por tradición, el amor y la amistad se han celebrado con dulce. En tiempos de exploración de cacaos de origen, más puros y con menor adición de azúcar y leche –o sin estas–, el amargo es bienvenido a la fiesta.
Por Claudia Arias Villegas / [email protected]
Cuando Danny Michlewicz descubrió el cacao colombiano, no entendía por qué en el mercado había tan pocos chocolates de calidad elaborados con éste; quería seguir explorando, así que dejó Nueva York y se vino a buscar cacaos orgánicos certificados. Los encontró en el Chocó y con estos, y con mucho trabajo, creó su empresa Tilín Tilín, en la que lleva el cacao a “convertirse en el mágico chocolate”.
Tres años y medio después tienen cuatro propuestas de barras de chocolate con cacaos que vienen de Chocó y Tumaco, con porcentajes de 70, 76 y 90 y novedosas propuestas como la de guandolo limón, endulzado con dos tipos de panela orgánica. También elaboran trufas, bombones y chocolate de taza, y en camino vienen nuevas mezclas.
Un sabor aprendido. Cuando el paladar se acostumbró al dulce del chocolate hay que acercarse al amargo con mesura, para eso los porcentajes son una buena guía. Y las creaciones de Tilín Tilín, liderada por un americano, pero con sabor y corazón colombiano son una puerta de entrada.
¿Lo mejor de su propuesta? “La conexión que tenemos con el campo, son productos veganos, más saludables, con procesos artesanales y por supuesto deliciosos”, concluye Danny. Nada amarga resulta una celebración con semejante receta.