Cambio de planes

Un día tienes un examen médico, casi que de rutina. Para el día siguiente, un par de actividades, unas cuentas por pagar, la cita del pasaporte, vas a acompañar a tu hermana a donde el médico, y tu otra hermana cumple años. 

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Pero ese examen “sencillo” no se pudo hacer, y no puedes salir de la clínica ya que lo que necesitas de urgencia es una intervención de varias horas en la que pondrán tu corazón al lado mientras le hacen unas nuevas  “4G” a tu sistema circulatorio, cortando aquí y poniendo allá. Y, el mismo día, a esa otra hermana, en otro examen diagnóstico casi de rutina, le salen mal dos de las tres posibilidades por las cuales firmó documentos legales ininteligibles, exonerando de cualquier responsabilidad al “prestador de servicio”. 

Ahora, han pasado tres semanas. Los enfermos apenas están en recuperación sin salir del hospital y la familia y amigos, en tensa atención y cuidado.  

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A veces pasan cosas no planeadas y te recuerdan que no tienes el control, que nunca lo has tenido y que debes aprender, de una vez por todas, que no lo tendrás jamás, por muchas agendas que llenes y citas que hagas con anticipación. Porque eres frágil, blandito. Ahora, de una manera contundente, tengo a dos tíos en hospitales diferentes. Y nos ha movido como familia, porque nos invita a aceptar y a confiar. Nos hemos angustiado mucho, todos, pacientes y cuidadores, porque no terminan de responder los procedimientos realizados. Cuando se estabiliza algo se descuadra otra cosa. Pero, los especialistas y el sistema de salud, han respondido con nuevas propuestas y planes médicos que, sobretodo, han requerido paciencia; paciencia infinita de pacientes (ahí es que se entiende el sentido de esa palabra) y de cuidadores y amigos, que han sido bondadosos, generosos; una red de apoyo inconmensurable. 

Llegan nuevos medicamentos que entran a las venas con tecnologías avanzadas a través de catéteres PICC, hay decisiones que se toman con mayor certeza gracias a imágenes diagnósticas de última tecnología, cánulas con ventiladores asistidos que suben la saturación de 80 a 92 en segundos, pastillas que permiten controlar el ritmo del corazón solo con licuar más la sangre y, agradecemos los avances en este sentido y que tenemos acceso a ellos por el tan criticado plan obligatorio de salud colombiano. 

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Simultáneamente, también se adapta uno a horarios establecidos para llamar a preguntar por el paciente que no puede tener acompañamiento, cuadrar las agendas para estar con el que sí lo tiene, dar información a los interesados, aunque no evoluciona al ritmo de quienes quieren saber si el enfermo ya comió, si durmió toda la noche y manifestarse contando sus propias experiencias, o las de las de conocidos de conocidos que también tuvieron esa enfermedad y recomiendan procedimientos, que se entremezclan con el “viste con  lo que salió este presidente” o “qué impresión las inundaciones“.  

En medio de la vida que continúa con enfermos o sin ellos, la invitación es a seguir viviendo, la vida “normal” y “rutinaria”, que es la que extrañamos cuando vivimos estas situaciones desafortunadas, que hacen parte de estar vivos. Sea cual sea el final, vamos a estar bien, porque la vida prevalece y mientras tanto, cuando la enfermedad llega, ver lo bueno dentro de lo malo y seguir teniendo paciencia y confiar, en lo que creas y especialmente en esos desconocidos, que saben más que tú y que están tomando decisiones para mantenerte vivo. 

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Coda:

  • Pues como ven, los lugares que más he visitado estas últimas semanas han sido la Clínica del Rosario de El Tesoro y la Clínica Medellín de Occidente. Quiero destacar en ambas el trato profesional, mesurado y, al tiempo, humano y cariñoso de los médicos, enfermeras y personal en general. Su búsqueda de salidas y el apoyo de tecnología que parece sacada de la mejor película de ciencia ficción para salvar. Un oasis para esos momentos de tanto estrés familiar.
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