Uno pensaría que a medida que pasa el tiempo y que el mundo progresa, a medida que hay mejores controles y (supongamos, pues) más transparencia, a nuestros gobernantes les quedaría más sencillo hacer buenas obras públicas.
Pero todo indica que vamos hacia atrás. No hay obra importante que no haya generado intensos conflictos. Algunas las terminan y quedan mal, otras se enredan en líos legales, otras cuestan o se demoran el doble, otras son suspendidas por elementales asuntos ambientales, etc.
Un rápido inventario para comprobar:
1. Autopistas de la Montaña: Todos felices al principio porque el proyecto completo iba a suponer inversiones por unos 6 billones de pesos. Municipio y el departamento comprometen aportes multimillonarios. Alguien revisa bien y resulta que no son 6… sino 16 billones. Uno tiene derecho a equivocarse, pero… ¿tanto? Claro, nadie asume responsabilidad. Entre tanto, los accesos y salidas de Medellín, todos un desastre. Con la posible excepción de Las Palmas, ¡eran mejores hace 30 años!
2. Túnel de Oriente: ¿Será posible que semejante obra haya podido iniciarse con tantas y tan profundas dudas ambientales? Justamente por haber generado tanto conflicto respecto a su prioridad o sus condiciones técnicas (recordar que durante los primeros años será de calzada simple, a lo largo de 8 kilómetros), no podía tener la más remota falla en otros aspectos. Pero no, nuestro dirigente eligió “ferrocarrilearla”. Y como consecuencia, ya está suspendida.
3. Doble Calzada Las Palmas: Nuestro nuevo alcalde, cuando terminaba su período de gobernador en 2007, no pudo aguantarse las ganas de dejar inaugurada esta obra. Pero no, a pesar de muchísimas advertencias, prefirió seguir adelante y forzar las cosas. Mal diseño y mala ejecución. Resultado, dos años de inestabilidad, accidentes, derrumbes, muchísimo dinero en correcciones, etc.
4. Puente de la 4 Sur: Parece que va a quedar muy bien, pero se atrasa 4 meses, cosa que había sido advertida en repetidas ocasiones por numerosos observadores. Pero tanto la administración anterior como el constructor (¡incluso en pleno diciembre!) seguían asegurando que cumplirían la meta de entregarlo el 26. ¿Una empresa tan experta como Conconcreto quejándose del invierno y del apretado cronograma de obras? ¿Acaso esto no era totalmente previsible desde el principio? ¿Tan difícil era explicarle a la administración anterior que no alcanzaría a inaugurarlo?
5. Valorización El Poblado: Modelo de cómo no manejar un proyecto. Obras que podrían estar muy avanzadas ya, algunas de ellas muy importantes, por simple falta de sicología y liderazgo, se enredó en sus propias cuerdas. Los habitantes de El Poblado podemos estar preparados para contribuir con mayores impuestos a las obras que se hagan en nuestro espacio. Pero no traten de convencernos de lo evidentemente imposible, como aquello de que gracias a dichas obras las propiedades se valorizarán.
Confiamos en que Sergio y Aníbal lo hagan mejor esta vez. Pero hay que estar pendientes, sobre todo en el último año, tiempo en el que más peligran (o casi desaparecen) la objetividad y el buen criterio del gobernante.
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Calidad decreciente de nuestras obras
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