Una segunda pintura se ubicará en la Sala Cundinamarca del Museo de Antioquia. La saliente Monalisa Niña del pintor Fernando Botero se veía a través de los vidrios que dan a la calle, rodeada por una pared pintada de fucsia donde su vestido amarillo y crema destacaba. Esta pintura de 1961 fue la primera Consentida del Museo, un nuevo programa pedagógico que busca fomentar la apropiación del arte en los visitantes, comunidades específicas y del entorno. La sala se conecta con la calle Cundinamarca: “Esta comunicación intenta ser más que un gesto. Quiere establecer un diálogo con el Centro por medio de objetos y obras de nuestra colección”, describe Camilo Castaño, asistente de Curaduría del Museo de Antioquia y coordinador de La Consentida.
Hoy 27 de mayo, la Monalisa Niña volverá a su lugar habitual en la colección permanente del museo después de dos meses de estar a la vista de visitantes, dialogadores, niños y transeúntes curiosos. Para Castaño, esta primera aproximación fue exitosa, y les permitió a los visitantes conocer una obra que hace parte de la época de experimentación del pintor colombiano, que de acuerdo con el coordinador del programa, tuvo lugar entre 1949 y 1963, lo que le brinda al observador elementos para “tener una visión crítica de Botero”, dado que esta fase no es tan conocida como su obra posterior.
“El asunto cambia cuando pones la obra en otro sitio”, reflexiona Castaño. Se refiere a que la ubicación de una única obra en la sala centra la atención en aspectos técnicos, históricos y artísticos relevantes para la misma ciudad. El ejercicio alrededor de La Consentida incluye acercar otros objetos a la pieza, como libros, para que le den más significados.
La selección de la nueva protagonista se realizó internamente consultando a todos los empleados del museo. Esta concertación tuvo antes un trabajo de sensibilización y conocimiento y al final, de 120 obras del museo que estuvieron a consideración de este público, Horizontes, de Francisco Antonio Cano, fue elegida para resaltarse los próximos dos meses.
“Vamos a invitar a varios grupos a conversar”, describe el profesional, agregando que uno de los valores de estas conversaciones es entender que no hay una única historia sino muchas, y no hay un único experto sino que muchos tendrán algo qué decir.
A partir del 4 de junio, fecha de la inauguración, el óleo sobre tela de Cano pintado en 1913 será el motivo de conversación. Esta obra es una de las más conocidas del pintor, y tiene varias versiones. “Muchas personas tienen una afinidad con esta pintura porque está anclada a la memoria cultural regional antioqueña”. Para el coordinador del programa, esto la hace un perfecto elemento de discusión y conocimiento que concierne a todos. “Sus características la hacen muy querida y muy polémica, por lo que se muestra allí acerca de la colonización antioqueña, que la historia ha venido revisando desde muchos puntos de vista”.
Agregó que esta pintura de 95 centímetros de alto con 150 de ancho “da cuenta que desde lo técnico había una capacidad y conocimientos grandísimos que tenía este artista para condensar esta cultura”. Por estos aspectos, Castaño concluye que se volverá importante la relectura de la obra a través de muchas visiones y su revisión crítica y diversa, “ya que tiene que ver con la identidad, la memoria y la forma como se ha contado la historia de Antioquia”.