Tras casi tres meses, el Alcalde no ha dicho mayor cosa; hace tiempo no se convoca a la Junta de Representantes, y la Lonja no abre la boca… como evitando que le pidan mucho detalle sobre su estudio, según el cual estas obras sí van a valorizar la propiedad raíz de El Poblado.
Lonja, ¿estás segura segura? ¿Última palabra?
Los funcionarios de Medellín se expresan sobre este tema solo con suposiciones, vaguedades, rodeos… Y a veces piensa uno que, sin hacer mucho ruido, esta administración estuviera considerando no cobrar Valorización a nadie. ¿Acaso van a aplicarle a estas obras parte de los enormes ingresos recogidos por las fotomultas? ¿Será esa la sorpresa que nos tienen?
El hecho es que nadie sabe con precisión cuáles obras se van a hacer ni cuándo. Y quedan ya muy pocos que opinan que atrayendo más y más tráfico a El Poblado, las propiedades van a valorizarse.
¿Las obras hay que hacerlas? La mayoría sí, seguro. Y pronto. ¿Y debemos pagarlas los habitantes de El Poblado? Probablemente sí. Pero, seriamente, ¿valorizan? No.
¿Entonces qué será lo que puede valorizarse con obras viales en zonas urbanas ya al borde de la saturación? Sorry, ¡muy poco o nada! Tal vez ayuden a mitigar problemas de tráfico, pero eso beneficia únicamente a conductores, no a los dueños de las propiedades.
En cambio, la megaobra que sí va a llevar valorización a manos llenas a las propiedades que están a su vera, o cerca de su área de influencia, no es otra que la malhadada Autopistas de la Montaña. O de la Prosperidad. O de la Competitividad, o como finalmente determinemos llamarlas a ver si el resto del país se conmueve.
Si se trata de reflejar la verdad, ¿por qué no llamarlas Autopistas de la Valorización?
¿Se imagina usted tener una finca ganadera o agrícola, de unas 20-30 hectáreas, cerca de Zaragoza, o de San José del Nus, o de Cañasgordas, o de cualquier sitio hoy remoto por donde finalmente pasen los diferentes ramales?
¿Se imagina cuánto van a bajar sus costos de transporte hasta Medellín? ¿Y por cuánto más se van a poder vender (incluso mucho antes de completar el proyecto) sus afortunadas hectáreas?
Es decir, beneficio doble: menores costos de operación y mayor valor de la tierra. Incuestionable. ¡Y en doble calzada, viejo!
¿Y quién ha sugerido siquiera que estos beneficiarios directos e indiscutibles, muchos de ellos muy prósperos, paguen algo por el enorme favor que vamos a hacerles todos los colombianos? ¿Será acaso viable que por la ruta de Valorización recojamos siquiera unito de los 18 billones de pesos que parece que la obrita terminará costando?
Entre tanto, mientras esperamos que se destrabe la megaobra -que iba tan bien hasta que alguien decidió revisar juicioso los costos originales- ¿qué va a pasar con los accesos y salidas de Medellín?
¿Quién le va a meter mano al Alto de Minas, por ejemplo? ¿Por cuántos años más seguirá nuestra economía dependiendo en alto porcentaje de tan vergonzoso carreteable, por el que muy difícilmente caben los grandes camiones?
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Autopistas de la… Mmm… Valorización
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