Arquitectura hostil: ¿a quién le pertenece la ciudad?

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Según la arquitecta Natalia Cardona, elementos de prohibición en el espacio público impiden el uso y condicionan a las personas a su apropiación y disfrute.

¿Quién tiene derecho a la ciudad? Es la pregunta que surge cuando se evidencian elementos de arquitectura hostil en espacios públicos de un territorio. La arquitecta Natalia Cardona, Magíster en Antropología, encuentra absurdos este tipo de artefactos y expresa que le parece “un instrumento de discriminación contemporánea dentro de la ciudad”.

Cardona asegura que la reflexión va mucho más allá. ¿Por qué tengo que hacer ese tipo de acciones en lo urbano para que las personas en situación de calle no se apropien de esos espacios?

La gran pregunta, reitera Cardona es cómo, desde las políticas públicas y desde la planificación urbana, “estamos respondiendo a esa situación. Yo creo que no es negar el acceso a estos espacios, hay que ir mucho más allá y analizar cómo estamos atendiendo a esta población vulnerable”.

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Este tipo de mecanismos, asegura la arquitecta, “condicionan las acciones de las personas y te dicen si eres bueno o eres malo”.

En Medellín no es muy común el uso de la arquitectura hostil, como se entiende desde esa corriente del orden mundial, explica la experta. Holanda e Inglaterra son naciones “que se dedicaron a eso, porque las cosas siempre se tienen que ver bonitas, nunca se pueden ver sucias ni feas”.

Natalia también se refiere a arquitectura muy hostil no solo desde esos elementos de diseño, sino desde las mismas construcciones que pueden ser hostiles: “por ejemplo, pasar por una calle donde solo hay muros altos y cerrados”.

Las construcciones modernas, asegura la magíster en Antropología, llevaron a la gran discusión de cerrar o permitir que las estructuras invitaran a la gente a apropiarse y hacer que a través de ello, la gente cuide los espacios.

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“El reto ahora también es que la arquitectura genere tales sensaciones, que a la gente le dé pena hacer cosas indebidas pero que no las tengamos que obligar a no hacerlas porque hay un elemento que lo impide”.

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