Aunque ya casi están terminadas las vías 4G en Antioquia, seguiremos sufriendo trancones tan frecuentes y profundos, como si las vías nuevas no se hubieran construido.
Quienes hemos recorrido el país por carretera a lo largo de varias décadas nos pasamos los últimos años contando los días para que por fin nos entreguen las famosísimas 4G. Para que, por fin, Antioquia cuente con vías tolerables, razonables, dignas… Y si aún no fuera demasiado pedir, durables.
Siempre que quedamos insertados tras una fila de camiones en la autopista Medellín-Bogotá -o camino a Suroeste, o llegando de la Costa o del Eje Cafetero, o en casi cualquier otra vía de la geografía antioqueña, por detrás de la cascada de insultos y maldiciones que se nos ocurren, sentimos una voz interna, pausada, que nos dice “calma, falta poco, en pocos meses esta tortura terminará, habrá nuevas vías a la altura de un país desarrollado”.
O, al menos, a la altura de cualquier otro país suramericano.
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Sin embargo, a medida que corre el tiempo, que se acercan o vencen los plazos de entrega, de repente despertamos del sueño y caemos a la dura realidad. Recordamos que cuando se habla de carreteras en Colombia, el optimismo se confunde con la ingenuidad.
Y en Antioquia, con mayor razón.
A veces se trata de derrumbes, tanto en vías antiguas como en las vías aún en construcción. De hecho, estábamos convencidos, hasta hace dos semanas, de que un talud cosido con centenares de pernos profundos de concreto podría durar tanto como las pirámides de Egipto.
Hasta que, claro, no resistió las lluvias y se dejó caer de la manera más indigna sobre un tramo casi terminado de Pacífico 1, no muy lejos de Bolombolo. Y no muy lejos de otro derrumbe anterior que, ya se sabía, atrasará otros tres años la entrega total de la obra.
¿Estaba mal hecho ese talud, quizá mal calculado? ¿Fallará solo ese talud, o algunos otros también?
A medida que nos vayan entregando las vías, proceso que tomará varios años más, comprobaremos si Antioquia mantiene su liderazgo nacional (¿mundial?) en cuellos de botella viales: tramos espectaculares siglo XXI interrumpidos inesperadamente, seguidos de trozos de pésima vía antigua, de nuevo otro tramo amplio y moderno, y así sucesivamente, y con frecuencia conectados a la ciudad por las mismas vías antiguas de siempre.
Resultado: cuellos de botella. Trancones tan frecuentes y profundos, como si las vías nuevas no se hubieran construido.
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¿Por qué nos sigue pasando esto? Por contratos que se hacen parciales y luego no se completan, complejidad geológica, insuficiente presupuesto, poca visión y liderazgo débil o inconstante, falta de gerencia, oportunismo, contratistas y contratantes no idóneos… En fin, todas las anteriores.
Y, de pronto, ¡por un cierto apego a esa tradición de siempre quedar faltando los cinco centavitos para el peso!