Un libro íntimo y profundo. Un género híbrido para una obra que nace de las entrañas. Gloria es su título y el autor es Andrés Felipe Solano.
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El escritor Andrés Felipe Solano está radicado en Corea del Sur desde hace diez años; sin embargo, el autor colombiano tiene unas raíces profundas que no se han perdido, por eso aparecen en sus libros en medio de un fino tejido. En su más reciente libro, titulado Gloria, escribe sobre su madre en un momento muy puntual, cuando ella vivía en Nueva York y él no había nacido. En la historia, todo se conecta a partir de las notas de un concierto de Sandro, el 11 de abril de 1970, que movió las fibras de la comunidad latina en la Gran Manzana.
Vivir en El Poblado conversó con Andrés Felipe Solano y esto narró sobre lo que significó sumergirse en un relato personal que toca asuntos universales.
En distintos instantes del libro dices que ahí sentiste el deseo de escribir la historia de Gloria. ¿Cuándo tomaste la decisión?
“Digamos que estos momentos que mencionas no son más que una herramienta literaria. Aparecen tres veces en diferentes épocas, en la niñez del narrador, en su juventud y finalmente en su adultez y la idea era que las conectaran, que el lector sintiera que el libro ha estado escribiéndose toda la vida. La decisión puntual de sentarme a escribir no la tengo muy clara. Fue quizás hace unos cinco años”.
Escribir sobre la madre o sobre el padre no es fácil. ¿Cómo fue ese proceso? ¿Sentiste pudor? ¿Cómo liberarte del lazo afectivo? ¿Cómo fue la “reportería” que le dio piso al libro, entendiendo que este es narrativo, no confesional? ¿Hiciste un pacto de verdad?
“Aquí no hay pacto de verdad como el que mencionas, es una novela con todas las posibilidades que da una novela y en ese sentido, cuando decidí que fuera eso y no un libro de otro tipo, me liberé de todas las construcciones morales. Por eso mismo hablar de reportería, incluso entre comillas, puede llevar a confusiones. Con la memoria elefantiásica de mi madre, la mía, una serie de televisión que se llama The Deuce y un reportaje muy detallado sobre el concierto de Sandro en el Madison Square Garden armé el material inicial. Luego de tenerlo empezó un proceso de centrifugación y finalmente fue la imaginación literaria la que empezó a llevar las riendas. La sensación a verdad que se puede llevar el lector se debe precisamente a la potencia de la imaginación literaria”.
¿Tu madre leyó el libro? ¿Cómo se vio en él? ¿Se identificó? Al fin y al cabo, pasa a ser personaje.
“La sensación que me queda es que quedó con ganas de hacerse una camiseta que diga: Gloria soy yo”.
¿Cómo fue el proceso de escritura? Está el hilo conductor del concierto, el antes, el durante y el después. Está ella, tu Gloria, sin embargo, tú también estás. Dejas al narrador y pones al lector en tus vivencias y en ese lazo que une a la madre y al hijo en Nueva York. Tú llegas allí a la misma edad que ella tenía cuando migró.
“Ese narrador que mencionas, que es muy extraño porque entra y sale cuando quiere, que obliga por ejemplo a Sandro a que mire a Gloria en el concierto, que le sugiere cosas a Gloria y después desaparece por treinta páginas, ese narrador es el verdadero hallazgo de la escritura del libro. Sin él sería imposible condensar en un día todos los días de Gloria, esos saltos al futuro estarían de una manera más convencional. Por otro lado, ese narrador, que es el hijo de Gloria, pues me permite precisamente al final hablar sobre esa relación filial sin llegar al tono confesional que decidí evitar. Tiene cualidades de fantasma que se vuelve corpóreo al final, pero también de voz prenatal, como me dijo alguien en una charla”.
Hay elementos reales y otros ficcionales que logran el tejido de una narración verosímil, habitada por cierto misterio. No solo es tu madre, hay también una reflexión sobre las relaciones filiales, sobre el ser que hay en aquel que emigra y sobre el tiempo, temas que has tratado en otros de tus libros. ¿Sientes que logras volar sobre el personaje-madre?
“Sí, quería que el libro tuviera mucho más capas de sentido que simplemente la anécdota novelada del concierto o las vidas de mi madre, quería que eso que mencionas se colara de la manera más natural, sin que el lector sintiera, ah, ok, ahora viene la parte de los inmigrantes, aquí la de los años violentos en Colombia y finalmente eso que señalas, una reflexión sobre el tiempo, sobre cómo esa concepción de la flecha del tiempo que va en una sola dirección, pasado, presente, futuro, nos ha separado de la idea de un tiempo complejo que en realidad viaja en todas las direcciones. Y precisamente caminar, como lo hace Gloria ese 11 de abril, es quizás una de las acciones donde más claramente sentimos esa complejidad. En la calle estamos bombardeados por cientos de estímulos y a la vez podemos estar pensando en lo que hicimos en la mañana o hace doce años o lo que haremos en la noche o en el momento en que nos digan que nuestra madre ha muerto”.
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¿La foto original de Garry Winogrand en la portada es de tu madre? ¿Cuál es la historia de la otra foto, la del músico con tu mamá? ¿Por qué tenerlo en estas páginas?
“Con el editor buscamos decenas de opciones para la portada. Solo teníamos claro que la foto con Moondog debería ir al final para tensar aún más ese juego de realidad-invención. Casualmente encontramos que la foto de Winogrand nos servía por la época y la ciudad, la sensación que transmite la cara de la mujer. Solo cuando la tuvimos diagramada nos dimos cuenta de que en efecto podría ser Gloria y eso nos alegró mucho. De nuevo otra vuelta de tuerca”.
¿Qué sigue después de Gloria? ¿Tienes un nuevo proyecto literario o de no ficción? ¿A qué estás dedicado en esas tierras tan lejanas de tu natal Colombia?
“Por primera vez no sé exactamente qué voy a hacer. Y me parece bien. Quiero que ese misterio fundamental que sobrevuela Gloria aparezca en mi siguiente libro, es lo único que sé por ahora. En lo inmediato tengo un proyecto corto con el MAMM (Museo de Arte Moderno de Medellín) para exponer algo relacionado con mis libros”.
Escribir, escribir
Pasando a otro tema, ¿cómo defines a Corea del Sur? ¿Y en particular a Seúl, donde vives desde hace una década? ¿Qué te ha dado?
“A veces pienso en Seúl como mi gran cabaña en el bosque. A pesar de ser una megalópolis me permite refugiarme para escribir y eso es impagable”.
La obra de Andrés Felipe está integrada por ensayos, ficciones y crónicas. Entre sus títulos están las novelas Los hermanos Cuervo y Cementerios de neón y los de no ficción Salario mínimo. Vivir con nada; Corea, apuntes desde la cuerda floja y Los días de la fiebre.