Los rellenos sanitarios son una forma arcaica de lidiar con los residuos: la visión de la naturaleza como caneca de basura (o como simple despensa) es obsoleta. La desaparición de los rellenos no puede ser inmediata, pero sí que debe acelerarse. Para hacerlo, se requiere una estrategia integral.
En la manufactura es mucho lo que se puede hacer: desde el diseño de los productos para que se compongan de materiales fácilmente recuperables o biodegradables, hasta la operación de los procesos industriales para que no se desperdicien materiales. También hay que pensar más allá de las fronteras de una sola empresa: conceptos como el de “simbiosis industrial” deben popularizarse para que aquellos residuos que -en principio- no puedan evitarse, sean usados como insumos por otros. Y, por supuesto, cualquier estrategia para enfrentar este problema sería completamente fútil si, además de los aspectos de producción, no se incorporan los del consumo: como escribí en mi última columna, hay que evitar el consumo idiota (sobre todo en esta época).
Medellín envía diariamente unas mil ochocientas toneladas de residuos al relleno La Pradera. Su vida útil es de unos cinco años, por lo que el tema será clave en las elecciones locales de 2019. ¿Qué hará la próxima administración? ¿Qué le exigiremos?