Podemos sembrar de todo y aun así las importaciones de alimentos siguen en aumento, en especial cereales, que en su gran mayoría son para alimentar a más de 200 millones de animales.
Buscar en Google sobre alimentos saludables arroja ingredientes como almendras, goji berries, salmón, pechuga de pavo o espirulina. Y aunque tienen grandes propiedades para la salud, también manejan una doble carga poco conocida.
Los alimentos están contribuyendo a la emergencia climática actual. No es posible alimentarnos saludablemente sin un entorno saludable. Si el suelo y el agua –recursos finitos y necesarios- no son “saludables” nada de lo que allí crezca, será saludable.
Este año han salido tres reportes importantes donde se evidencia la conexión entre lo que comemos y la crisis climática. Uno de estos reportes es del Panel Intergubernamental por el Cambio Climático (IPCC) y dice que una tercera parte de los gases de invernadero son gracias al sistema alimentario.
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Para que dimensionen esto, el sector de combustibles fósiles, ese que vemos como el peor de todos, produce un poco más de una tercera parte. Con los alimentos, son las dos mayores fuerzas que están llevando el planeta al colapso.
¿Cómo va Colombia en términos de saludable y de sostenible? Hagan las conexiones:
- La FAO nos declaró como una de las siete “despensas” con potencial para alimentar el mundo. Sin embargo, hay dos millones de colombianos con hambre, 560.000 niños con desnutrición crónica y alrededor del 50% de los adultos sufre obesidad.
- Tenemos pisos térmicos para sembrar de todo y aun así las importaciones de alimentos siguen en aumento, en especial cereales, que en su gran mayoría son para los más de 200 millones de animales de pastoreo. Una sobreoferta que podría dar de comer a casi cuatro veces Colombia.
- Nuestra cultura alimentaria es altamente carnívora. Según el reporte de la IPCC, debemos reducir su consumo drásticamente, al igual que evitar al máximo el desperdicio de alimentos, que en nuestro país es de 9.7 millones de toneladas al año, si queremos llegar a 2050.
Y entonces ¿qué podemos hacer? Mucho. Lo que pones, o dejas de poner en tu plato, es más poderoso de lo que crees. Cambiar nuestros hábitos es el primer y más efectivo paso para mejorar nuestra salud y la del planeta. Como dice el doctor Carlos Jaramillo: no se trata de no comer algo, se trata de no comer eso todo el tiempo.
Como individuos tenemos una capacidad de agencia importante; pero no es suficiente. Se requiere también del esfuerzo de gobiernos y de empresas. La falta de impuestos a la comida ultraprocesada, el olvido del campo, la mirada miope del “conteo de calorías” usada para construir la política alimentaria actual, entre otras, van en contravía y aportan poco o nada a la emergencia climática actual.
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