En estas semanas se despierta el valor de la solidaridad y se manifiesta en juguetes, ropa, mercados y hasta ayudas para mascotas. Haga bien la tarea para que no engorde las rentas de ilegales o fomente a inescrupulosos.
Fabián es voluntario de la Cruz Roja hace 15 años y por estas horas avanza con su equipo en la logística de conseguir los 64 regalos que faltan para cumplir el objetivo de llevar una Navidad feliz a la vereda el Ajizal. Johanna está en las mismas: junta voluntades para dotar con una cocina al barrio El Porvenir, donde almuerzan gratis 45 niños de escasos recursos. Seguro que usted mismo o conocidos suyos hacen labores similares: expresar afecto, ofrecer gestos solidarios, compartir los buenos tiempos con quienes poco tienen.
Son expresiones que tienen el valor, además, de demostrar que el destino final sí es el anunciado en la recolección de recursos.
Pero hay otras demostraciones que por ser en apariencia más prácticas, solo terminan engordando intereses mezquinos o, cuando menos, brindando ayudas puntuales y sin efecto más allá del inmediato.
Regalar una sonrisa en Navidad o calmar el hambre o el frío de los demás es posible, necesario y positivo, pero el mecanismo debe conducirse por entidades organizadas y de resultados comprobables.
La Alcaldía, por medio de la Secretaría de Inclusión Social, ha hecho énfasis en que la ciudadanía no puede confundir solidaridad con limosna y ha señalado que el microtráfico, el consumo de estupefacientes y hasta la prostitución también saben vivir de los que nacieron como gestos de compasión. “En Medellín hay 3.500 habitantes de calle y 70% de ellos son adictos a estupefacientes”, indica la cifra oficial. Para estos ciudadanos el Municipio ofrece programas de bienestar, pero no están ligados al mecanismo de la moneda tras moneda en las calles. La Alcaldía además montó en la sede de Telemedellín, vecina de Ciudad del Río, una recepción de regalos para que esa práctica no se desarrolle en la vía pública.
Incluso hay otro fenómeno todavía no medido: la renta ilegal que se aprovecha de dramas reales (madres solteras, padres sin trabajo, niños solos en las calles) y termina siendo manejada, a las malas, por delincuentes que parcelaron los semáforos como territorios de lucro.
Así que regalar una sonrisa en Navidad o calmar el hambre o el frío de los demás es posible, necesario y positivo, pero el mecanismo debe conducirse por entidades organizadas y de resultados comprobables. Y se puede lograr mediante juguetes, ropa o mercados, pero hay también otros destinos de utilidad probada y no solo en diciembre: donaciones de sangre y de órganos, apoyo en educación o vivienda, contribución a personas mayores, incluso aportes para la protección de bosques o el bienestar animal.
Haga la tarea completa: defina el recurso, elija el destino y brinde una solución. No robustezca la cadena ilegal o de provecho parcial y reducido. La satisfacción será redonda.