A propósito de la exposición de grabado en el Museo El Castillo

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No es exagerado afirmar que las distintas posibilidades del grabado están presentes con más fuerza que nunca en el arte contemporáneo

/ Carlos Arturo Fernández U.

Las que hoy llamamos “artes visuales” ofrecen un panorama extraordinariamente variado, que ha ido cambiando a lo largo de los siglos. No solo cambian los puntos de vista de los artistas sino también las funciones y sentidos que la sociedad les confía, la valoración que se tiene de esos productos y de sus autores, las técnicas con las que se enfrentan, los materiales que se emplean, las formas como se conocen, se conservan, se analizan o se disfrutan.

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Rembrandt

En fin, conviene recordar siempre que todo lo que tiene que ver con el arte es esencialmente histórico; y no solo en el sentido de una genérica historia del arte que incluso puede llevarnos a análisis muy complejos como cuando se estudia, por ejemplo, la manera como nuestro arte colonial integra elementos que proceden del mundo cristiano medieval, del arte islámico español, del Renacimiento y de las tradiciones indígenas. La condición histórica del arte llega hasta los detalles más pequeños que casi siempre pasamos por alto: las plumas, los pinceles, el papel, la temperatura a la cual se logra llevar la cerámica o el metal para la producción de la obra. En realidad, vista de esta manera “generosamente histórica”, la del arte nos aparece como una particular historia del trabajo humano.

Henri de Toulouse-Lautrec
Goya

La Exposición Colectiva de Grabado que anualmente convoca el Museo El Castillo, y que en este mes de junio presenta su quinta edición, es una excelente oportunidad para pensar en el grabado como uno de los medios más significativos en el panorama contemporáneo, un valor que puede comprenderse a la luz de sus desarrollos históricos.

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Los procesos de impresión son antiquísimos; aunque hay ejemplos muy anteriores, baste recordar aquí los rodillos de cerámica que las culturas precolombinas utilizaban para estampar sus tejidos. También en las civilizaciones orientales y en el medioevo europeo se producían impresos con distintas finalidades. De todas maneras, es interesante destacar que a finales de la Edad Media, en el mismo período en el cual decaen los grandes proyectos colectivos representados por la construcción de las catedrales, que son propiedad de todos, empieza a multiplicarse el arte de la impresión, que no está dirigido a la producción de una obra única sino a la de varios e incluso muchos ejemplares, lo que, en última instancia, permite que esas estampas impresas aparezcan como destinadas a una posesión y experiencia más individuales. Por lo demás, durante varios siglos los grabados se emplearon fundamentalmente para ilustrar los libros impresos, de tal manera que en la mayoría de los casos no tenían un valor propio ni interesaban de manera independiente. Podríamos decir que se trataba de un arte menor y secundario.

Henri de Toulouse- Lautrec
Goya

Cuando, sobre todo a partir del siglo 17, los artistas quisieron ir más allá de la ilustración de un texto, también los procesos técnicos se empezaron a modificar vertiginosamente. Los resultados fueron, entonces, grabados que todavía consideramos a la altura de cualquier pintura o escultura. Quizá Rembrandt haya sido el artista que alcanzó más plenamente el desarrollo del grabado, hasta el punto de que hoy resultaría difícil escoger entre sus pinturas y sus obras impresas.


Picasso

En general, sabemos que las artes se manifiestan hoy con una extraordinaria variedad. Pero, entre todas ellas, el grabado se destaca por la multiplicidad y evolución de sus técnicas y, por tanto, de sus resultados. Mientras que solo de manera muy excepcional encontramos actualmente pintores que se dedican a procesos antiguos como el fresco, el mosaico o el temple, en el contexto del grabado conviven las técnicas más tradicionales como la xilografía o el aguafuerte con las más modernas como la serigrafía y los medios digitales.

Por eso, no es exagerado afirmar que las distintas posibilidades del grabado están presentes con más fuerza que nunca en el arte contemporáneo.

En la actualidad, cuando las prácticas artísticas están profundamente influenciadas por el ámbito de lo conceptual, muchas personas tienden a creer que el arte ha abandonado la preocupación por la actividad manual para dedicarse solo al pensamiento y que, en consecuencia, es necesario expulsar del mundo del arte todo lo que pueda caer bajo el manto de lo artesanal o del oficio.

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Picasso
Rembrandt

Sin lugar a dudas es cierto que hoy creemos que sin pensamiento no hay arte posible; pero es igualmente cierto que ahora comprendemos que las técnicas artísticas, los oficios y el uso de los materiales no son elementos externos sino que ellos hacen posible y real el pensamiento del artista. Picasso era un gran artista que, al mismo tiempo que pintaba o hacía escultura, también dibujaba, creaba grabados, trabajaba en cerámica y escribía piezas de teatro; pero una tal variedad de obras no se debía a la elección caprichosa de una técnica u otra sino a la conciencia de que había ideas que solo podían encarnarse y manifestarse en un medio determinado.

En realidad, los artistas piensan a través de sus materiales, técnicas y procesos.
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