Al cumplirse dos meses de la estrategia denominada por la Alcaldía de Medellín como “el abrazo del parque Lleras”, Vivir en El Poblado recorrió la Vía Primavera. Voces en pro y en contra.
Hace 20 años, un grupo de docentes y estudiantes de la Facultad de Diseño de la Universidad Pontificia Bolivariana decidió sacar su creatividad al sol. En una ciudad marcada por la industria textil y la moda, había que dar a conocer a propios y extranjeros la innovación que ebullía en las aulas, y convertirla en emprendimientos. De ahí nació, creció y floreció la Vía Primavera, una cuadra de moda local ubicada en El Poblado, en la carrera 37.
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Así lo cuenta Nuria Canellas, dueña de la marca Rojo, y una de las docentes encargadas de darle vida a este gran proyecto. “La idea era crear un distrito de diseño, y durante varios años en esa zona de la ciudad habitamos alrededor de 37 diseñadores, que convertimos la calle en un centro comercial a cielo abierto”. Marcas como Rojo, Ona, Miau, Divino, Alado, Agua Bendita, Mon y Velarde, entre otras, nacieron allí de la mano de egresados de la UPB Y La Colegiatura.
“Como es sabido para todos, las vías son públicas y, por tanto, deberían poder albergar las diferentes presencias humanas”.
En la cuadra ya se había empezado a formar una comunidad, un ambiente, un propósito, como lo recuerda también Ana María Londoño Villa, arquitecta, quien compró y diseñó la casa Agni, el refugio de nuevas marcas (como Ideal Design, Coralina, Baziku, Joyas Clap, Corinna, entre otras), que conservan y respetan el espíritu inicial del grupo fundador: diseños y productos netamente colombianos, y amabilidad en la atención al cliente. Es fácil reconocer a la casa Agni, porque su portón está enmarcado por dos enormes acacias amarillas, conservadas con esmero por Ana María, quien, además, participó, con diferentes entidades de la ciudad, en la siembra de la era del parque y gran parte del jardín que distingue a la Vía Primavera.
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Ya no están allí la mayoría de las marcas fundadoras, pero la Vía conserva su vocación variada. “En 1992 se empezaron a desarrollar proyectos de servicios de uso mixto, donde se mezclaba la posibilidad de la armónica convivencia de vivienda, espacios para trabajar y comercios con servicios varios”, afirma la arquitecta Londoño. El sector, entonces, ha tenido varias transformaciones: barrio residencial, distrito de diseño de marcas de autor y zona de uso mixto. ¿Y ahora? Con la medida tomada hace exactamente dos meses por la Alcaldía de Medellín, denominada “abrazo del parque Lleras”, la Vía Primavera está empezando una nueva transformación.
“Hoy nace un nuevo espacio peatonal para la ciudad”, dijo el alcalde Daniel Quintero el día en el que anunció la medida, que incluía la instalación de 100 vallas en seis puntos de acceso: la calle 10 con las carreras 37, 38 y 40; la calle 8 con carrera 37 y 39; y la calle 9 con carrera 40. Es decir, la peatonalización de sectores tan distintos como el parque Lleras, Provenza y la Vía Primavera.
Aunque hay opiniones diferentes sobre la efectividad o no del “abrazo”, en algo están de acuerdo todas las personas consultadas por Vivir en El Poblado: a las autoridades les faltó concertación y comunicación del proceso. Así lo expresa Pedro Echavarría, del Café Pergamino: “El problema no es el qué, es el cómo. Nosotros, desde mucho antes, siempre estuvimos dispuestos a discutir la peatonalización, y hemos propuesto hacer de esto un proyecto urbano, bien hecho, bien organizado. Todo debe tener un debido proceso, todo debe tener una conciliación con la comunidad y los comerciantes, y con las personas que viven aún acá, porque acá hay de todo. ¿Qué queremos? Un plan bien hecho”. Aclara que para peatonalizar una calle no es suficiente cerrar el acceso -abruptamente, además-, sino que es necesario diseñar y ejecutar un proyecto urbanístico con intervención planeada del espacio público (adoquines, bancas, jardinería, etc.).
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La diversidad de la Vía Primavera requería medidas especiales, que no afecten el abastecimiento y la dinámica normal de almacenes que funcionan desde muy temprano en la mañana, e incluso la vida cotidiana de los pocos habitantes que aún conservan su casa en la zona, como Rafael Santos, quien vive, desde hace 44 años, en la carrera 37. ¿Cómo explicarles, a los agentes encargados de filtrar las entradas a la zona “abrazada”, que Rafael necesita entrar el carro al garaje de su casa para llevar a su mamá a una cita médica?
Según Carolina Aldana, de la marca de zapatos Coralina, “de pronto, para los comercios que trabajan de noche, como los del parque Lleras, puede ser algo muy interesante; pero el cierre total afecta sobre todo a los que trabajamos de día”. Camilo Lopera, del restaurante Bonhomía, está de acuerdo en que la medida generó “un gran impacto para todos los comerciantes, sobre todo en temas de abastecimiento; al no tener una preparación previa, nos toca improvisar un poco”.
Lo dice también Andrea López, de la tienda Vida Mía: “La gente está como desconcertada, porque la peatonalización les ha cerrado las puertas a los locales. Parece que dejamos que la Vía sea solo para turistas. Falta comunicación, la gente local no sabe qué está pasando”.
Ana María Londoño Villa es más contundente: “Muchísimos de nosotros preferiríamos que hubiera un comportamiento mixto. No creemos que haya que peatonalizar para mejorar la seguridad, el aseo, el bienestar de las plantas… Como es sabido para todos, las vías son públicas y, por tanto, deberían poder albergar las diferentes presencias humanas”.
A lo hecho, pecho
Muchos de los habitantes y comerciantes de Vía Primavera piensan que la peatonalización de la vía no tiene vuelta atrás, y esperan tener con la Alcaldía la concertación que aún no han logrado para proponer una mejor forma de hacer los cambios. Camilo Lopera, de Bonhomía, considera que es el momento de unir a la comunidad en la creación de un nuevo proyecto para la vía: “Los que hemos tenido la posibilidad de viajar hemos visto que en todo el mundo estas cuadras terminan siendo el éxito de toda la ciudad, y podríamos hacer algo así; pero ha sido difícil encontrarnos entre nosotros, que prime el bien común sobre el bien particular. Para eso tendría que ser más inteligente la alcaldía: mostrarnos un proyecto bonito, cuidado, protegido, con esquema internacional”.
“A mí me parece que es una oportunidad valiosísima para que nosotros hagamos lo que hemos soñado toda la vida en la Vía Primavera”.
Es también la opinión de Luz Estela Roldán, de la Corporación Vía Primavera: “A mí me parece que es una oportunidad valiosísima para que nosotros hagamos lo que hemos soñado toda la vida en la Vía Primavera: que sea un ícono en la ciudad, reconocido por todos los visitantes locales. Esto no tiene vuelta atrás, entonces, listo, saquémosle el jugo. Embellezcamos mucho más la vía y hagámosla más atractiva, para que todos quieran venir a disfrutar; porque, irónicamente, Vía Primavera es más reconocida a nivel mundial, los turistas llegan buscándonos, y los locales no saben dónde está”. Y Stephany Ramírez, que comparte la casa Agni con otros diseñadores, está de acuerdo con ella: “Yo considero que es un proyecto chévere, que podemos recuperar la zona, y que nosotros, tanto como comerciantes y ciudadanos, podemos apropiarnos de ella”.
Lo dice también Lina Zuluaga, de Baziku: “Si el proyecto está basado en argumentos para favorecer a la mayoría, que se haga con intención, es decir, que la zona sea bonita, que el cerramiento no sea unas rejas blancas excluyentes. Que la vía entonces sea un espacio mágico en el que los peatones se sientan incluidos”.