/ Carolina Zuleta
Las emociones que sentimos con más frecuencia determinan la calidad de nuestras vidas. Por ejemplo, si la mayor parte del tiempo estamos bravos, con miedo o rabia la calidad de nuestra vida no es tan buena. Por el contrario, si experimentamos felicidad, gratitud, alegría y amor con más frecuencia podemos decir que tenemos una calidad de vida muy buena. Entonces, ¿qué podemos hacer para experimentar más sentimientos positivos en nuestro día a día?
Según Tony Robbins, la manera como nos sentimos depende de tres cosas:
1. Nuestro cuerpo: incluye nuestra postura, como nos movemos, sentamos, respiramos. Saber que tu cuerpo influye en cómo te sientes es una herramienta muy poderosa, pues cuando observas que te estás sintiendo como no deseas, puedes moverte de una forma que te ayude a salir del estado emocional en el que te encuentras. Uno de los momentos en que más utilizo esta herramienta es en las mañanas cuando me siento cansada. Sé que si permito que mi cuerpo se mueva lentamente y si arrastro los pies me voy a sentir aún más cansada; por el contrario, si pongo una música que me gusta y empiezo a bailar mientras me baño, inmediatamente me siento con energía. Al principio, tomar una postura diferente a lo que se está sintiendo se percibe muy raro e inclusive falso, pero si lo sigues haciendo tu cuerpo hace que tus sentimientos cambien.
2. Nuestro enfoque: es decir, en lo que ponemos nuestra atención. Por años hemos oído sobre ver el vaso medio lleno o medio vacío. Y esta frase, aunque suena cliché, es muy cierta. Si nuestra atención está en lo que no tenemos, en lo que hemos fracasado, en lo que a los demás no les gusta de nosotros, entonces nos vamos a sentir tristes, con rabia o deprimidos. Pero si nuestro enfoque está en dar gracias, en ver cada situación de la vida como un regalo y en disfrutar de las cosas chiquitas, nos vamos a sentir mucho mejor. Una gran manera de cambiar el enfoque es teniendo un diario de gratitud.
3. Nuestro lenguaje: constantemente tenemos una conversación interna y las palabras que utilizamos en esa conversación afectan como nos sentimos. Por ejemplo, si las preguntas que te haces son: ¿por qué me sucede esto a mí?, ¿por qué soy tan boba?, ¿por qué nunca puedo perder peso?, probablemente no te vas a sentir tan bien. Si, por el contrario, te haces preguntas como: ¿qué puedo aprender de esta situación?, ¿cómo puedo amarme aún más en este momento?, ¿qué puedo hacer que me acerque a mi meta de perder peso?, la calidad de tus emociones es mejor.
Te invito a que revises cómo tu postura, tu enfoque y tu lenguaje están afectando tus emociones, y si no te estás sintiendo como deseas, haz cambios en estas tres áreas.
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