La revista Semana reveló que el expresidente Álvaro Uribe proviene del faraón Amenhotep IV. ¡Con lo desteñida que está la sangre azul!
En Colombia somos mestizos, muchachos. Por más que a muchos les produzca escozor esa realidad que, entre otras, es la que nos da la sabrosura, y hagan hasta lo imposible por parecer de la nobleza. (¡Con lo desteñida que está la sangre azul!) Por disimular que, si acaso, llegan a simples cortesanos: lagartos, arribistas y adictos al famoseo.
En la política, los negocios, la farándula, el periodismo, las artes, la intelectualidad…, de esos especímenes estamos llenos. (Que se nota, se nota).
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Vergüenza ajena es lo que dan quienes se empeñan en escarbar las raíces de sus árboles genealógicos, con el único fin de desenterrar, como los cerdos lo hacen con las trufas, algún antepasado bien principal que les permita presumir en pequeños comités. Mmmj. Saber que todos tenemos por allá personajes que nos harían enorgullecer o avergonzar hasta los tuétanos. A nadie se le niega un ladrón, una prostituta, una reina, un cura, un payaso, una santa, en el camino culebrero de sus genes.
Sólo que al estar en un mundo, en un país, que cae redondo ante los abolengos -¿usted no sabe quién soy yo?-, la cosa cambia. Con tal de no quedarnos atrás… A falta de alfombras rojas, ostentamos trapos ídem; a falta de celebridades, congeladas Amparitos Grisales y mediáticas Margaritas Rosas; a falta de castillos, viviendas amuralladas; a falta de Casas Borbón, Habsburgo, Orleans, casas Char, Pastrana, Gaviria, Galán, etcétera. Realeza a la fuerza y a la criolla. (¡Con lo desprestigiada que está la monarquía!)
En esos enguandos, los medios tienen muchísima culpa.
El confidencial de la edición pasada de la revista Semana, sobre los ascendientes remotos del expresidente Álvaro Uribe, nos hizo poner colorados a los lectores, incluyendo al extemporáneo heredero, supongo. (Con amigos que lo dejen a uno en ridículo –va por vos, Vicky Dávila- para qué enemigos).
Revela la publicación que la genealogía más completa que se haya hecho en Colombia es la de Uribe Vélez; consta de 2.232 páginas y estuvo a cargo del experto, Iván Restrepo Jaramillo, quien antes de morir –unos meses más de vida y llega hasta Caín y Abel o, incluso, hasta el Hombre de Cromagnon- reversó hasta el 1300 antes de Cristo para concluir que el expresidente proviene del faraón Amenhotep IV. (¡Juepucha!, y yo que a duras penas sé el nombre de mis bisabuelos).
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Amenhotep IV, más conocido como Akenatón o Amenofis por la rama paisa de su descendencia, logró ganar la carrera al tiempo y al olvido, gracias al complejo de templos que hoy día hacen las delicias de los turistas en Karnak (Valle de Luxor, Egipto) y gracias a que alguno de sus genes saltarines cayó sembrado en el Valle de Aburrá y reventó como crispeta recién hecha. No lo digo yo, lo dicen investigadores poco ortodoxos.
(Pobre Uribe. Cargar ahora con la tal momia, como si no llevara ya suficiente peso sobre sus hombros).
ETCÉTERA: En los Rollos del Mar Muerto dizque hay informaciones que permiten inferir que todos los colombianos, sin distingo de apellidos, somos del montón; venimos de Tutankomún, hijo disoluto y andariego del gran Tutankamón. Siento decepcionarlos, es lo que hay.