/ Juan Carlos Vélez Uribe
Hace pocos días el Banco Mundial, en asocio con el Departamento Nacional de Planeación, publicó un informe muy interesante relacionado con la movilidad de las principales ciudades del país. Para sorpresa de muchos, la ciudad colombiana con la peor movilidad es nada más y nada menos que Medellín, con un promedio de 22.65 km/hora. Bogotá la sigue con 23.67 km/hora y la de mejor movilidad del país es Cali, con 40 kms/hora, seguida de Bucaramanga con 30 kms/hora (fuente: La República).
Para que comparemos con otras latitudes, en Tokio, ciudad de 13 millones de habitantes, los carros se movilizan a una velocidad de 26 km/hora, en Londres a 29 kms/hora, París a 36 kms/hora y Nueva York a 38 kms/hora. Pero un dato más sorprendente aún, el parque automotor de Medellín pasó de 23.759 vehículos por cada 100.000 habitantes a 39.963 en cinco años. Bogotá sólo tiene 18.915 vehículos por cada 100.000 habitantes.
Y si estamos mal, qué tal que ese informe se focalizara en sectores específicos de la ciudad como El Poblado, la Autopista Sur, la carrera 80, la Oriental o la salida al Túnel de Occidente. Ahí los resultados marcarían una situación aún mas crítica.
¿Qué pasa entonces? Uno no entiende cómo una ciudad que se precia de ser la que cuenta con el mejor sistema de transporte masivo, tenga esa movilidad tan lamentable. Somos la única ciudad del país que tiene un tren metropolitano; además contamos con metroplús o un sistema de buses articulados, dos cables aéreos, bicicletas públicas y próximamente se debe estar terminando la construcción del tranvía de Ayacucho. Además, se ha logrado establecer un eje de desarrollo vial a lo largo del río Medellín que supone un mejor sistema de transporte.
Necesitamos plantear en serio un mejoramiento de la movilidad en la ciudad. Si no se hace algo, Medellín va a entrar en un deterioro que frenará su competitividad y su posibilidad de integrarse en forma adecuada al desarrollo del país. Medellín y el Valle de Aburrá recibirán en los próximos 30 años cerca de tres millones de habitantes, lo que significa que para el año 2050 el Valle de Aburrá tendrá cerca de 7.5 millones de habitantes.
Es urgente definir la conexión vial entre los valles de Aburrá y San Nicolás, la construcción de las circunvalares, la terminación del anillo vial que va por la 34 hasta Palos Verdes –en Manrique– y la descongestión de El Poblado. Para esto último se requiere la ampliación de La Avenida de El Poblado, las transversales, las paralelas de la quebrada La Presidenta y otra serie de obras que no están incluidas en el proyecto de Valorización que actualmente se ejecuta en El Poblado, y el cual agravará el caos vehicular en esta comuna mientras se construye.
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