Numerosas situaciones cambiaron con la pandemia. La manera en la que nos relacionamos, nos reunimos, trabajamos, compramos y viajamos. Lo que no mejora es el estado del medio ambiente, saturado de CO2, plástico y cualquier cantidad de agentes contaminantes que debilitan cada vez más los recursos naturales.
Esa necesidad de revertir el daño que ya se le ha hecho al medio ambiente y de contribuir a su recuperación es el objetivo del turismo regenerativo. El término ha cobrado auge con las condiciones en las que se recomienda viajar en la pospandemia, de distanciamiento social, de visitar lugares menos concurridos y de aportar a la naturaleza, en contravía de lo que suele ocurrir con el turista invasivo.
Santiago Mejía, doctor en ingeniería y gestión ambiental de la Universidad de Linköping, Suecia, explica que el turismo regenerativo es dar un paso más allá del llamado turismo sostenible. “Es tratar de hacer las actividades de turismo dentro de los límites e ir un paso más allá que permita recuperar ecosistemas que se han degradado, mejorar los vínculos con las comunidades que visitamos y repartir mejor los beneficios. No sólo no dañar si no dejar, contribuir”.
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El turismo regenerativo revivió a partir de la pandemia con todas las restricciones y las preocupaciones que tiene el sector que, de alguna manera, se tiene que transformar.
Según Mejía, el cambio se dará porque la gente les tiene pereza o temor a las grandes aglomeraciones, también, por las limitaciones para viajar al exterior. El turista buscará estar dentro de su región para tener control de su transporte y acompañantes en vehículos particulares.
Con estos antecedentes y el futuro al que se expone la humanidad, los empresarios del sector y prestadores empiezan a ofrecer experiencias para grupos más pequeños, controlables en cuanto a bioseguridad y alineados con el objetivo inicial: regenerar.
Tinamú Birding, caso de éxito
Uno de los principales elementos dentro de este tipo de turismo se da desde la estructura, respetar la arquitectura tradicional de las zonas rurales. Una experiencia más cercana incluye habitaciones que no rompan con el ecosistema. Tinamú Birding es una Reserva Natural de la Sociedad Civil declarada por el Ministerio del Medio Ambiente, ubicada a 14 kilómetros de Manizales, en el departamento de Caldas.
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En Tinamú Birding construyeron diez habitaciones en la mitad de la reserva. Sus huéspedes se alojan en espacios de lujo construidos en guadua, ladrillo de barro, esterilla y bahareque, todos con materiales de la zona.
Su propietario, Mauricio Londoño, le dijo a Vivir en El Poblado que esta propiedad les pertenece hace 50 años. Hace 30 él y su familia comenzaron a sembrar árboles nativos y hoy en día cuenta con 13 hectáreas de bosque nativo conservado. “Mi papá nos enseñó a conservar y es lo que hemos hecho, cuidar, reforestar y es lo que queremos compartir con nuestros visitantes”.
Londoño asegura que de las 10.700 especies de aves que existen en el mundo, Colombia tiene 2.000 y “nosotros acá tenemos 264, decir, en Tinamú contamos con el 3 % de las aves del planeta”.
En Tinamú Birding todo lleva a la conservación. Sus visitantes pueden tomar fotografías, practicar senderismo, avistamiento de aves y deleitarse con el sonido de la naturaleza. “Aquí no hay radios, hay música en todos los paisajes”, dice Mauricio.
Todo tiende a ser renovable
Explica Santiago Mejía que los materiales y las formas de construcción tienen una tendencia a ser renovables. Si hay madera en el lugar, que provenga de plantaciones dedicadas para ello, que no sean maderas naturales o que requieran deforestación.
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El compostaje, dice Mejía, el proceso de la descomposición de los desperdicios orgánicos en el que la materia vegetal y animal se transforman en abono son prácticas comunes en Tinamú. También hay hoteles y otro tipo de hospedajes con servicios sanitarios diferentes y renovables como baños secos.
También hay modernas construcciones occidentales con sistemas de tecnología que permiten la recuperación de las aguas negras o las aguas grises (las que salen luego de la ducha o el lavamanos y que no se ensucian).
¿Cuál es la diferencia entre el turismo sostenible y el regenerativo?
En todas las corrientes hay extremistas, detalla Santiago Mejía, y asegura que está de acuerdo con algunas de sus posiciones. Considera que la sostenibilidad es maleable, de alguna manera, “a todo lo llamamos sostenible, entonces vamos a usar menos esto y más esto”. Según explica, la sostenibilidad se ha convertido en aplazar lo inevitable.
El regenerativo lo que dice, indica Mejía, es que hay detener el impacto, “vamos a tratar de reversarlo a través de acciones premeditadas que contribuyan”. Entonces el turista sabe de antemano el método de su viaje. “Se le dice al turista: para venir acá recorrió equis número de kilómetros, entonces vamos a tratar de compensar ese impacto ambiental de su transporte con un programa de siembra de árboles, o también, a pagar una contribución para conservar algunos animales”.
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Esos son beneficios del turismo, aportarles a las comunidades, a la naturaleza y al medio ambiente en general.
El turismo regenerativo es más proactivo, es sostenible 2.0. Es por ello que Santiago Mejía, doctor en ingeniería y gestión ambiental, recomienda a las instituciones educativas se encarguen de enseñar sobre el tema a las nuevas generaciones. Que aprendan que el turismo deber ser ambientalmente sostenible y socialmente responsable.
En cuanto a la rentabilidad de este tipo de turismo, Mejía asegura que sí lo es. “No es para todo el mundo, es muy difícil competir con Viva Air y con Decameron con todo incluido a cero pesos”, dice. Agrega que las empresas pequeñas prestadoras de servicios, que no tienen esas economías de escala y que no son dueños de toda la cadena de valor sino de unas partes pequeñas, ofrecen servicios de su mercado, su nicho”.