/ Juan Carlos Vélez Uribe
Definitivamente lograr la recuperación de la imagen de nuestra ciudad en el mundo ha sido una tarea titánica. Por un lado invertimos millones de pesos en promocionar los atractivos turísticos de Medellín y sus alrededores, publicitar el mejoramiento de las condiciones de seguridad, (si las comparamos con aquellas épocas aciagas de principios de los 90) y en incentivar la innovación, hasta el punto de ganarnos galardones internacionales que nos han puesto a la vanguardia de las ciudades más modernas del mundo; y, por otro lado, desafortunadamente continúan las series cinematográficas y de novelas que siguen recordándole al mundo que Medellín es una ciudad donde hay narcotráfico, delincuencia juvenil, fronteras invisibles, violencia de distinta índole, etcétera. Es decir, el estigma de ser una ciudad violenta ha quedado muy difícil de quitárnoslo.
Las series de televisión que últimamente hemos visto, en las cuales recrean aquellos momentos duros que ha tenido la ciudad, han logrado los más altos niveles de audiencia en el país; sin embargo, lo grave ha sido que estas novelas que muestran la violencia de nuestra ciudad también vienen logrando los más altos índices de rating en la mayoría de los países latinoamericanos y en los canales latinos de los Estados Unidos. Por ejemplo, la serie de televisión titulada Escobar, el patrón del mal hoy en día es proyectada en países tan lejanos como Serbia, Macedonia, Bosnia Herzegovina, Japón o Filipinas.
Pensamos que hoy por hoy no existe una ciudad en el mundo que reciba más propaganda negativa que Medellín. Ni siquiera las más peligrosas ciudades de Méjico, otras de Centroamérica o de países suramericanos como Brasil, que tienen actualmente índices de homicidios y violencia más preocupantes que los de cualquier ciudad colombiana, registran en televisión y en producciones cinematográficas, la imagen negativa que se vende de nuestra ciudad en el mundo. Casos como el de películas norteamericanas donde hay escenas de Medellín en las cuales es común escuchar a los personajes locales con acento mejicano, demuestran el grave desconocimiento que hay, por ejemplo en Hollywood, de la realidad de esta ciudad.
Hace poco se proyectó una película muy taquillera en los teatros norteamericanos llamada Colombiana, afortunadamente no exhibida en nuestro país. Su protagonista recibía el nombre de Cataleya Restrepo, quien se convierte en una terrible asesina después de presenciar el asesinato de sus padres en una ciudad colombiana muy parecida a Medellín. Los ejemplos similares al que acabamos de narrar cunden en la Meca del cine.
Estos comentarios tienen la intención de convocar a las fuerzas vivas de la ciudad, encabezadas por el señor alcalde, con el propósito de hacer causa común por el respeto a la imagen de Medellín. Así como se hace un esfuerzo colectivo para lograr que la capital antioqueña sea reconocida como la ciudad más innovadora del mundo, se logran realizar de manera exitosa los Juegos Suramericanos y pretendemos realizar los Juegos Olímpicos de la Juventud, es necesario también buscar entre todos que la imagen de Medellín, que tanta dificultad nos ha dado recuperar, no se siga mancillando a través de novelas sensacionalistas y películas de cine nacionales, norteamericanas o europeas, varias de ellas lamentablemente muy taquilleras.
Aunque muchos medellinenses no lo creamos, todavía cuando uno viaja al exterior son bastantes las personas que dicen que aún no les interesaría viajar a nuestra ciudad porque la siguen considerando una metrópoli muy peligrosa.
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