/ Carolina Zuleta
Imagínate esta película… Es una noche calurosa y estrellada. La cámara está mostrando el interior de un carro en el que va una familia: el papá, la mamá y los tres hijos pequeños. En el radio empieza a sonar una de las canciones favoritas de los niños y estos empiezan a cantarla a todo pulmón. Los padres, entre risas, deciden unirse al canto. La cámara se aleja y muestra la siguiente curva, la luz del carro la está alumbrando. ¿Qué crees que sucede después?
Si eres como muchas personas, pensaste que la familia se iba a accidentar. Aunque esto es una historia inventada, es común que las personas sintamos miedo de que algo malo va a pasar cuando todo está saliendo bien en nuestras vidas. Cuando nos ascienden en el trabajo, nos proponen matrimonio o simplemente cuando miramos dormir a nuestros hijos en paz, se nos vienen imágenes a la cabeza de cosas horribles que pueden destruir esta felicidad que sentimos.
¿Por qué nos saboteamos de esa manera? Según la Dra. Brown, de la Universidad de Houston, nuestra capacidad para aceptar la felicidad está directamente ligada a nuestra capacidad para ser vulnerables. Cuando perdemos nuestra tolerancia a ser vulnerables, perdemos la capacidad de experimentar la felicidad completa y por lo tanto en los momentos más felices pensamos historias de cosas terribles que pudieran suceder.
En nuestra sociedad es común relacionar vulnerabilidad con debilidad. “No le vas a decir eso tan fuerte a Nicolás que es muy vulnerable”. Según la Real Academia Española la definición de vulnerable es “que puede ser herido o recibir lesión, física o moralmente”. Solo podemos ser heridos cuando nos exponemos, cuando permitimos que otros nos vean. Por ejemplo si pintas un cuadro y no se lo muestras a nadie, no te lo pueden criticar y por lo tanto no te pueden herir. Por el contrario, si decides ponerlo en una galería a la que van cientos de personas entonces corres el riesgo de que a muchos de ellos no les guste. Lo mismo sucede con la felicidad: si no te permites experimentar mayor nivel de felicidad, entonces crees que no corres el riesgo de perderla. Ser vulnerable no es un acto de debilidad sino un acto de valentía. La Dra. Brown dice que aceptar la felicidad completa es uno de los actos que requiere más vulnerabilidad y valentía.
Entonces, ¿qué podemos hacer para expandir nuestra tolerancia a la vulnerabilidad y por lo tanto nuestra capacidad de ser felices? La respuesta es tan simple que pareciera no ser cierta: lo mejor que puedes hacer es practicar ser agradecido. Con practicar no me refiero a simplemente tener una actitud de agradecimiento, sino a tener una práctica diaria. Tu reto hoy es empezar una práctica de gratitud. Aquí te doy algunos ejemplos de cosas que puedes hacer:
•Compartir con tu familia cada noche las cosas por las que se sienten agradecidos.
•Escribir un diario de gratitud.
•Darles las gracias a las personas que te rodean, varias veces al día.
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