Este 11 de julio de 2020, falleció en Medellín, a los 90 años de edad, el Maestro Rodolfo Pérez González, figura central de la historia musical, artística y cultural de la región y del país en la segunda mitad del siglo pasado y en los primeros años del presente.
No soy yo la persona más autorizada para hablar de él ni para valorar con justicia sus excepcionales aportes intelectuales, culturales y humanísticos. Solo escribo estas palabras para que mucha gente sepa de su partida.
Rodolfo Pérez fue uno de los principales protagonistas de la música coral en Colombia desde 1951 con la fundación de la Coral Tomás Luis de Victoria, entidad que dirigió durante 38 años. En 1968, como director del Departamento Cultural de Coltejer, junto al doctor Álvaro Pérez, organizó a Primera Bienal de Arte. Fue uno de los fundadores de los estudios musicales en la Universidad de Antioquia y contribuyó de manera sobresaliente a su desarrollo y a la constitución de la Facultad de Artes, de la cual fue profesor titular hasta su jubilación.
Compositor, divulgador e investigador incansable, gozó de reconocimiento más Luis de Victoria. Recibió la investidura de Comendador de la Orden de Isabel la Católica, concedida por el Rey de España. Entre otras distinciones fue Maestro Honoris Causa de la Universidad de Antioquia, Premio a las Artes y las Letras del Departamento de Antioquia, Premio Nacional de Cultura por Reconocimiento Universidad de Antioquia.
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Muchas generaciones de estudiantes lo recordarán como Maestro exigente, pero siempre generoso, dicharachero y chistoso, pero serio y exacto. Otros tendrán presentes sus programas en Radio Bolivariana o volverán a leer alguno de sus libros. Yo no tuve la fortuna de ser su alumno, pero sí la de que hayamos sido compañeros de trabajo y, sobre todo, amigos sinceros, desde mi ingreso a la Facultad de Artes en 1983. Además de los recuerdos que ahora me atropellan, tengo ante mí una parte de su valiosa biblioteca de arte, que me regaló cuando creyó que entonces podía serme más útil que a él; por eso, de alguna manera, Rodolfo sigue aquí presente.
Quienes tuvimos la fortuna de ser sus amigos sabemos que hoy se murió una parte de nuestro corazón.