Por: Juan Carlos Franco | ||
Es costumbre decembrina de esta columna hacer un rápido balance de lo que nos deja el año que termina. Es un buen momento para evaluar francamente en qué hemos tenido avances o retrocesos en términos de infraestructura, movilidad y calidad de vida en El Poblado. Y también para mirar lo que se nos viene el año próximo.
Entre los temas que definitivamente representaron avance hay que reseñar la doble calzada de Los Balsos, que combina eficazmente buena circulación vehicular con amplias aceras. Tiene sus defectos, como podrán atestiguarlo algunos vecinos, pero la comunidad ganó ampliamente. También es destacable que se repavimenten seriamente las transversales y no se recurra, como tantas veces, a un mediocre parcheo que poco dura y casi siempre deja las vías disparejas. Esperamos que las tapas sí tengan buen tratamiento, que las aceras no se pierdan, que las cunetas sí se respeten, que no estén abriendo nuevas brechas a las dos semanas y que la pintura sí se aplique tan pronto termine el pavimento. Y si no es mucho pedir, que esta vez la pintura sí sea de buena calidad. Es bienvenido también el regreso de la figura de valorización, que trae un paquete de 14 obras que buscan mejorar la movilidad dentro y a través del Poblado. Esto es positivo, al menos en teoría. Pero lamentablemente, al pulir el proyecto, la Alcaldía eliminó la mayoría de pasos a desnivel entre las distintas lomas y transversales, por lo que es muy dudoso que la movilidad mejore seriamente. Y peor aún si la velocidad límite es 30 km/h, como lo es oficialmente en todo El Poblado (ya sé, parece broma, pero así es). No la tendrán fácil los funcionarios para convencer a la comunidad de que con estas obras los predios se valorizarán. Estaremos muy entretenidos en los próximos años con estos proyectos. Será un gran desgaste político y práctico para la administración, que probablemente sobre la marcha irá concluyendo que la valorización fue una gran herramienta cuando la ciudad estaba expandiéndose pero tal vez no es la más indicada cuando hay saturación vehicular y colapso vial. Pasando a temas con franco retroceso, nada (¡pero nada de nada!) ha hecho esta Alcaldía para reducir (o al menos dar la impresión de preocuparse por) el nivel de emisiones del obsoleto parque vehicular pesado. Un guardia de tránsito puede tragarse una densa columna de humo negro despedida por un bus y, resignado, simplemente desviará la mirada. El hecho de que el diesel es malo y que el año próximo lo mejorarían es patente de corso para que los dueños de estos vehículos se olviden por completo de hacer mantenimiento a sus motores. No nos dejan duda de que mejorar la calidad del aire no es una prioridad para Medellín. Pero conservamos la esperanza de que algún día algún funcionario diga ¡basta ya!, y haga algo serio sobre este tema. Cinco millones de pulmones se lo agradecerían. Finalmente, en la categoría de causas perdidas, como siempre los resonadores de Los Balsos se llevan el lugar de honor. No han sido suficientes las casi 2.000 firmas recogidas (¿estarán revisando la financiación?), ni las mediciones de ruido (se oyen a más de 2 cuadras, ¡tooodo el día, toooda la noche!), ni las evidencias de que estimulan la velocidad en lugar de reducirla, ni las buenas intenciones de algunos concejales. Tal vez toque hacer una colecta entre vecinos y usuarios para demolerlos, ¡esa sí que sería una valorización! |
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