Una de las quejas más comunes que tenemos con la tecnología es que nos obligó a tener una contraseña para todo.
Pero con los avances recientes en los desarrollos, ese requerimiento está siendo relegado por la biometría de reconocimiento facial, una clave que no es necesario recordar y que siempre tendremos a la mano… o mejor, “en la cabeza”.
Esta herramienta cada vez está más presente en nuestra cotidianidad. Nequi, el banco 100 % digital que lanzó Bancolombia en 2016, la utiliza para cuando sus usuarios olvidan su clave o cambian de celular y necesitan instalar la aplicación en el equipo nuevo, explicó su director, Andrés Vásquez.
Como no tienen oficinas, explica Vásquez, los usuarios no tienen que desplazarse y por su dispositivo, con solo una selfi, pueden hacer el trámite.
Donde sí hay oficinas, pero también cuentan con este servicio de reconocimiento, es en los Bancolombia lab, sucursales especializadas de experiencias, que tiene dos en Medellín y Bogotá. La entidad explicó que “es una zona en la que los clientes se registran para ingresar” con su rostro. Luego de esto, esperan hasta ser abordados por un asesor, que ya por la identificación previa sabrá cómo hallarlo. “El cliente no acude al asesor. El asesor acude al cliente”, dice la entidad.
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Durante la presentación del primer Carulla SmartMarket en Bogotá, el presidente del Grupo Éxito, Carlos Mario Giraldo, anunció que este supermercado cuenta con Smile ID. En él, los cliente al ingresar son identificados con reconocimiento facial, lo cual facilita el registro de sus compras y el proceso de pago.
En los celulares más recientes en el mercado también funciona esta herramienta para el desbloqueo sin necesidad de claves, una alternativa a la huella dactilar. Sin embargo, de acuerdo con Alex Pekelain, bloguero de Kaspersky, empresa especializada en seguridad digital, hay tareas pendientes por resolver.
Según Pekelain, “un reconocimiento facial económico depende solo de la cámara frontal y de algunos algoritmos muy poco avanzados, como un flash para mejorar las fotos”. Pero otro mundo es el de los teléfonos con una cámara 2D común sin un sensor de infrarrojos o un proyector de puntos. Para el bloguero, una foto impresa en papel o reflejada en una pantalla puede engañar al teléfono: “hasta Apple cayó en una trampa creada mediante el uso de máscaras impresas en 3D”.
“El desbloqueo facial puede ser un buen reclamo comercial, pero en los anuncios no se suele profundizar” en los riesgos, cierra Pekelain.
Por: Sebastián Aguirre Eastman / [email protected]